El 250 GTO de 1962 es el modelo definitivo de Ferrari. Por el último que salió a subasta en 2018 se pagaron 70 millones de dólares y sólo un selecto grupo de coleccionistas poseen uno original. Pero aún es posible tener uno en casa con el sello original de la firma italiana… aunque a escala reducida. La marca Amalgam ofrece la mejor reproducción que pueda conseguirse a escala 1/18 y por 1.670 euros.
Podría pasar por uno auténtico, pero el Ferrari 250 GTO de Amalgam está realizado a rigurosa escala de 1/18 (unos 24 cm de largo). Su molde se ha realizado a partir del escaneo digital de un GTO original, hasta el último detalle. Los códigos de pintura han sido suministrados por la propia Ferrari, que ha dado su aprobación final al modelo. El montaje de las numerosas piezas lleva 800 horas de trabajo de artesanos y especialistas y, finalmente, el coche se “ensucia” tal y como acabó las 24 Horas de Le Mans.
Réplica exacta del Ferrari 250 GTO de 1962
Amalgam ha fabricado sólo 250 piezas como ésta, todas debidamente autentificadas. Se trata de la versión empleada por Jean Guichet y Pierre Noblet en las 24 Horas de Le Mans de 1962. Con él ganaron la categoría Gran Turismo y acabaron segundos absolutos, tras un prototipo 330 TRI de la propia marca y delante del 250 GTO gemelo del Equipo Nacional Belga. Un gran debut en la clásica francesa, donde derrotaron a sus principales rivales, los Jaguar E Type.
El Ferrari 250 GTO (Gran Turismo Omologato) se empezó a gestar apenas un año antes por un equipo de ingenieros dirigido por Giotto Bizzarrini. Partiendo del chasis reforzado y aligerado del 250 GT SWB (batalla corta de 2,4 metros), instalaron el gran motor V12 Colombo de 3 litros con culatas “Testa Rossa”, acoplado a una caja de cambios de cinco velocidades. Todo el peso se centró entre los ejes y se mejoraron las suspensiones y los frenos (con cuatro discos).
El Ferrari más bonito jamás creado
El nuevo modelo se mandó a carrozar en chapa de aluminio a Scaglietti, que logró un diseño aerodinámico, elegante y atemporal. El GTO está considerado como uno –si no el más- bonito Ferrari jamás construido. Con 300 CV bajo su capó, era un purasangre de competición del que no se fabricaron más que 36 unidades entre 1962 y 1964. Su test de prueba en manos de Stirling Moss fue en Monza, con una carrocería provisional, demostrando que ya era más rápido que cualquiera de sus predecesores de la familia 250 GT.
Aunque Bizzarrini abandonó Ferrari de forma intempestiva –tras la “Purga” realizada por Enzo Ferrari por haber protestado contra las injerencias de su mujer en el Reparto Corse- el desarrollo del 250 GTO continuó con éxito. Debutó oficialmente en las 12 Horas de Sebring de 1962, acabando segundo absoluto en manos de Hill y Gendebien tras un Sport-Prototipo 250 TR e iniciando una carrera triunfal en la categoría de Gran Turismo. En 1962 y 1963 Ferrari ganó gracias al GTO el Campeonato Internacional de Marcas.
El Ferrari 250 GTO tiene un palmarés irrepetible
Su palmarés suma victorias absolutas en el Tour de France Automobile (1962 y 1963) y de categoría GT en la Targa Florio (1962, 1963 y 1964), en el Tourist Trophy de Goodwood (1962 y 1963), en las 24 Horas de Le Mans (1962 y 1963) y en los 1.000 Km del Nürburgring (1963 y 1964). Sólo se vendieron 36 unidades a clientes muy selectos, a un precio de 18.000 dólares de la época. En 2018 se vendieron dos en subasta: por uno se pagaron 48 millones y medio y por el otro ¡70 millones!.
El modelo a escala 1/18 de Amalgam no es una miniatura económica –cuesta 1.670 euros- y también está fabricada en serie limitada. Una de sus particularidades es que el coche está “sucio”, tal y como acabó las 24 Horas de Le Mans. Los artesanos de Bristol se han basado en fotos del final de la carrera para aplicarle con detalle esas marcas y rascaduras producidas por aceite, goma e insectos. Así parece tan real como en las fotografías de la época.
