El mejor escribano puede echar un borrón y las mejores marcas también han tenido sus fracasos comerciales. A veces no fue debido a la calidad del modelo, sino al momento del mercado y a sus rivales. En otros casos se erró en el lanzamiento o en la campaña de promoción. Y, por último, es otras ocasiones fueron –simplemente- olvidados por sus potenciales clientes.
Esta lista de “deportivos olvidados” podría ser larguísima. Sólo hemos reunido unos cuantos que no triunfaron comercialmente y dieron a su marca un serio disgusto. Tampoco tenían razones de peso para fracasar, como podremos ver, porque tecnológicamente eran muy válidos. En general, nacieron en el momento equivocado o con una competencia muy superior. En un segmento en el que la “pasión” es el principal motor de un cliente, no es algo que deba dejarse en el olvido.
Marcas económicamente débiles
Han existido marcas y modelos de deportivos y “supercars” que han fracasado con todos los ases en la mano. Algunas, como la renacida Bugatti de los ’90, no alcanzaron sus objetivos financieros y se vieron abocadas a la extinción. Otras se han mantenido “a trancas y barrancas” durante décadas con productos muy irregulares, como la británica TVR. Su último proyecto, el Typhon T400, capaz de alcanzar 300 Km/h de una manera ingobernable, la llevó finalmente a la quiebra. Esto no ha ocurrido más que en empresas artesanales y económicamente débiles, aunque fracasos han tenido casi todas.
No puede decirse que Porsche sea un ejemplo de fracasos comerciales. Y sin embargo, acumula unos cuantos en su historia. Por ejemplo el 914, el 928… Pero es que en la gama del propio 911 ha habido notables “resbalones”. El más notorio fue el de la generación 996, que transformó completamente el aspecto del mítico 911, junto con una impensable merma en la fiabilidad mecánica. Hubo que adelantar la generación 997 para salvar el tipo, aunque tampoco se acertó del todo…
Un Porsche 911 GT2 que no alcanzó el éxito
La familia 911/997 de 2007 fue de las mayores conocidas hasta el momento, con variantes atmosféricas, sobrealimentadas, descapotables, con tracción total… Mientras el “GT3” triunfó de partida, con cinco variantes distintas, el “GT2” falló en los concesionarios. Y eso que contaba con el seis cilindros bóxer sobrealimentado de 3,6 litros y 530 CV, capaz de propulsarlo a 100 Km/h en sólo 3,7” y que le permitía ser el primer Porsche de serie que superaba los 322 Km/h. Era más ligero que el Turbo porque sólo llevaba dos ruedas motrices. Y, sin embargo, no cuajó.
Ferrari tampoco está libre de “borrones” en su familia de superdeportivos. Pocos esperaban un “patinazo” en su línea de V8 con motor central, nacida con el mítico 308 a mitad de los ’70. El 328 fue poco más que una evolución de aquel, pero el 348 de 1989 supuso un cambio estético notable, emparentado con el Testarrossa. ¡Esas persianas laterales! ¡cuánto daño hicieron al estilo de Ferrari! Tenía 300 CV en su motor de 3,4 litros, inyección Motronic, cárter seco y prestaciones muy superiores… pero sólo se produjeron 8.844 unidades. Hoy es mucho más estimado como clásico, que en su época.
Difícil sustituir al mítico Honda NSX…
Honda irrumpió en el mercado de los “supercars” con su NSX con monocasco de aluminio. Un coche mítico. Pero cuando le tocó renovarlo, no consiguió el mismo éxito. El nuevo NSX de 2015 ofrecía una solución híbrida con un motor V6 biturbo y tres eléctricos, con 581 CV combinados. Además, tracción total inteligente con reparto vectorial de par, lo que lo convertía en una máquina muy avanzada en su momento. Sin embargo, seguía sin ser italiano, ni británico. Y al público le costó asimilar tanta tecnología con un aspecto tan japonés…
Marcas pequeñas o noveles no dejan de aparecer –y desaparecer- en este mercado tan especial. Una de ellas con raíces españolas fue Ascari, fundada por Klass Zwart, propietario del circuito andaluz con el mismo nombre. Su ambicioso KZ-1 apareció en 2004 con un monocasco de carbono y un motor V8 de BMW M5 en posición central. Tenía 520 CV y notables prestaciones, que demostró en pista participando en el Campeonato de España de Gran Turismo. A un precio de 285.000 euros, resultaba demasiado caro para su atractivo y sólo se fabricaron artesanalmente 50 unidades.
Sólo Chevrolet sabe hacer el Corvette
¿Y los americanos? Ah, los americanos… Chevrolet no ha dejado de invertir en su mítico Corvette, que tantas alegrías le ha dado, junto a alguna tristeza. En 2006 el nuevo C6 sustituía al técnicamente anticuado C5. Contaba con un nuevo y ligero chasis “Z” en aluminio y magnesio y carrocería en fibra de carbono, con una nueva silueta y faros descubiertos. Bajo el capó delantero del Z06 se instaló el V8 más potente disponible, con 7 litros de cilindrada y 505 CV… acoplados a tracción trasera. Aunque en potencia pronto lo superó la versión ZR1 y quedó olvidado, sin posible comparación con los deportivos europeos.
Chrysler vivió una época dorada con la creación del Viper, su propio “Cobra” del siglo XXI. Su monstruoso motor V10 y su cambio manual fueron una magnífica base para competición, pero fueron quedando desfasados en el mercado. En 2010 el concepto ya se había exprimido al máximo, con cinco generaciones que no habían mejorado el diseño ni la tecnología de la primera. Pese a los 506 CV del SRT, las ventas cayeron por debajo de las 1.000 unidades anuales hasta menos de 400. Chrysler dejó de fabricarlo pero, hoy, es un coche muy coleccionable.