Prototipos de potencia libre para rodar por carreteras y caminos… ¿A quién se lo ocurrió esta locura? ¿O fue una brillante idea? Los Grupo B han sido los coches de competición más brutales, salvajes, peligrosos y espectaculares y te vamos a explicar por qué.
Muchos me habéis pedido más vídeos sobre Grupo B. Un vídeo que contase cómo fue posible que se llegase a aprobar este reglamento que permitió que los coches fuesen prototipos y que en cuatro años más que duplicasen su potencia… ¡pero si era una locura! Que fuese un vídeo “escrito con el corazón”. Un vídeo casi «filosófico»…
La era «pre-Grupo B»
No nos engañemos: Los coches anteriores a los Grupo B, los llamados Grupo 4, no eran precisamente hermanitas de la caridad. Juzgad vosotros mismos, estos son los coches Campeones del Mundo de Rallyes antes de llegar el Grupo B en 1982: Alpine A110, Lancia Stratos, Fiat 131 Abarth, Ford Escort RS1800 y Talbot Sunbeam Lotus.
Estos coches tenían tres cosas en común: Todos eran de propulsión trasera, dos de ellos incluso con eje rígido, todos eran coches derivados de modelos de calle, aunque fuesen modelos muy minoritarios, caso del Alpine y del Lancia Stratos y ninguno superaba los 300 CV. Incluso alguno de ellos se quedaba muy lejos.
Es difícil hablar de cifras en coches de competición, pero probablemente el Stratos fuese el más potente, con 280 CV en las versiones de rallye, porque en circuito y con turbo llegaron a los 500 CV.
En este vídeo te contamos la historia de Lancia.
Pero todos estos coches, aun siendo muy rápidos y difíciles de pilotar, tenían una cuarta cosa en común: Eran humanos. Y los Grupo B, eran inhumanos…
1982: ¿Evolución? ¡No! ¡Revolución!
¿Cuál fue el mayor cambio de este reglamento? Está claro: Por primera vez en la historia se iba a correr en rallyes con prototipos de competición. Hasta entonces había una regla no escrita: En los circuitos se corría con coches nacidos para las carreras, auténticos prototipos de competición, ya sean monoplazas, como eran la F1, F2 y F3 o biplaza, sobre todo tipo Le Mans, pero coches nacidos para las carreras y diseñados como coches de competición… aunque hubiese categorías menores, como los GT y los Turismos, que se corrían con coche preparados.
Pero los rallyes, que se disputaban por carreteras y caminos que habitualmente usaba la gente normal y corriente, siempre se había corrido con coches de «calle», matriculables, más o menos preparados, más bien «Más» que «Menos» y aunque fuesen modelos muy exclusivos, como el Alpine, el Stratos o los Porsche 911… pero de calle. Este digamos «pacto no escrito» se fue a tomar «por saco», con los Grupo B. Por primera vez se corría con coche diseñados como coches de carreras.
Los ingenieros: Un peligro
Si tú dejas manos libres a un ingeniero para diseñar un coche de carreras o cualquier otra cosa que se te ocurra… ¡menudo peligro! Y esto es lo que paso con el Grupo B, cuyo reglamento era poco restrictivo dejo campo libre a los ingenieros.
En el Grupo B no había unas normas de seguridad muy exigentes, los pesos mínimos eran muy bajos, no había restricciones de cilindrada ni potencia, podías usar turbos o compresores sin bridas, chasis tubulares, fibra de carbono, cristales de plástico, aerodinámica libre… Se podría decir que el reglamente de Grupo B se podía resumir en dos palabras: «Vale todo«.
Pero es que eso no fue todo, porque en esta historia hay otro culpable, un coche nacido como Grupo 4, reconvertido a Grupo B y que apareció en 1980 y aportaba dos novedades: «la tracción total y el turbo».
La tormenta perfecta
Pues sí fue la tormenta perfecta, porque si juntamos un reglamento muy permisivo, la aparición de auténticos prototipos de rallyes, la llegada del Turbo que venía desde la F1 y el uso de la tracción total, ¿qué más podría podía salir mal?
Pues algo que no es que saliese mal, sino todo lo contrario, que salió demasiado bien, y que fue el enorme éxito de estos coches y la consiguiente presencia masiva de público. Estoy seguro que todos os acordaréis, y si no Rodrigo os estará poniendo imágenes de como estos coches corrían en ocasiones entre pasillos de público… honestamente, lo que más me sorprende es que no hubiese más accidentes.
¿Quién fue el listo? Jean Marie Balestre
Este reglamento, que dio lugar a coches inolvidables y probablemente a la edad de oro de los rallyes, era una locura. ¿Y a quién se le ocurren las locuras? A los locos. ¿Y cuál ha sido el presidente de la Federación Internacional del Automóvil más loco que ha habido? ¡Jean Marie Balestre!
A Balestre, mientras hacía y deshacía en la F1 y se pegaba con Bernie Ecclestone, soñaba con volver a ver en los Rallyes coches como el Lancia Stratos y no coches como los Escort o los 131 que era, por cierto, como nuestros 124 y 1430, los coches que se usaban como taxis. Y es que os digo una cosa, este tío no me cae bien, creo que fue un dictador, pero soy de la opinión que, desde luego, era un apasionado del automovilismo… Aquí tienes un vídeo sobre los Seat 1430 y 124.
Salvajes y peligrosos
Y con estos coches de apenas 1.000 kg, alrededor de 500 CV, tracción total y erizada aerodinámica tenían que ir por los mismo caminos y carreteras retorcidos, llenas de árboles, guardarraíles, bordillos, faroles y barrancos por los que dos o tres años antes iban con coche más pesados, con la mitad de potencia y solo propulsión posterior.
Los comentarios de los pilotos que domaron estas bestias hablan por sí solos. Blomqvist o Mikkola pedían cambios en el acelerador de sus S1 para que la potencia no entrase de golpe, Michèle Mouton decía que con estos coches apenas tomaba las curvas, porque con lo que aceleraban y frenaban hacia una conducción que se llamaba «Stop&Go».
Y acabamos con una frase mítica: «Los WRC son para niños, los grupo B eran para hombres». Una frase que puede sonar presuntuosa, pero si el que lo dice ha sido cuatro veces campeón del mundo de rallyes y el único que lo ha hecho sobre coches del Grupo A y B, hay que tenerla en cuenta.
¿Fue un error?
Hicimos un vídeo titulado «No debieron prohibirse los Grupo B» donde os contamos que realmente podría haberse salvado el hecho de correr en rallyes con prototipos. Para mí el error fue hacer en reglamento que permitía un aumento de prestaciones brutal sin hacer otros cambios en materia de seguridad, tanto en los coches como en la organización de los rallyes.
Imagínate que ahora en la F1 permitiesen la tracción total, el efecto aspiradora y duplicasen la potencia, ¿no crees que habría que reforzar el seguridad de los pilotos y agrandar las escapatorias y las medidas de seguridad de los circuitos? Eso es lo que no se hizo con los grupo B.
Para mí fue, sin duda una locura… pero una bendita locura.