El automóvil aterrizó en la Luna en 1970. Desde entonces, vehículos autónomos, dirigidos o tripulados han recorrido una mínima parte de la superficie lunar. Ahora, la NASA y otras Agencias Espaciales trabajan de nuevo en “rovers” que ayuden al ser humano a establecer colonias permanentes en nuestro satélite. Esta es la breve historia del automovilismo lunar hasta nuestros días y más allá.
Los norteamericanos fueron los primeros que pusieron un pie en la Luna, cuando aterrizó la misión Apolo XI en 1969. Pero el primer vehículo lunar propiamente dicho fue ruso. El Lunokhod 1 llegó con éxito el 17 de noviembre de 1970 y estuvo operativo nada menos que un año. Era un robot no tripulado manejado a control remoto desde la tierra, con la misión de realizar fotografías (unas 200 panorámicas) y tomar imágenes de TV (hasta 20.000) a lo largo de 10 Km por la región del “Mar de las Lluvias”.
Carrera espacial entre USA y Unión Soviética
Diseñado por el ingeniero Alexander Kemurdjian, parecía sacado de una novela de Julio Verne: era una bañera 2 x 1,6 metros montada sobre ocho ruedas metálicas y con propulsión eléctrica. De hecho, su vida se detuvo cuando la batería isotópica se agotó y sus componentes se congelaron, aunque aún hoy da leves reacciones de seguir en funcionamiento. Dos Lunokhod sucesivos alunizaron en aquellos primeros años ’70 y fueron los primeros vehículos dirigidos en otro planeta hasta la Mars Pathfinder de 1997.
Aunque el vehículo lunar más famoso fue el “Moon Buggy” que la NASA envió en sus tres últimas misiones Apolo: 15, 16 y 17. El “rover lunar” o LRV comenzó a gestarse en 1952 por el ingeniero Wernher von Braun, pronto director del Centro Aeroespacial de la NASA. Desde 1964, Von Braun encargó el desarrollo de vehículos de apoyo a los astronautas a su llegada a la Luna. Las principales empresas norteamericanas lucharon por obtener los contratos y diseñaron todo tipo de ellos, pesados y ligeros, autónomos o tripulados.
El buggy lunar americano fue fabricado por Boeing y GM
Finalmente se decidió fabricar un pequeño buggy, plegable, que pudiera ir en uno de los depósitos de carga del módulo lunar. Tras infinitas pruebas, el prototipo definitivo se encargó a Boeing y General Motors, que dispusieron de un presupuesto de 38 millones de dólares y 17 meses. Todo para la fabricación de sólo cuatro unidades operativas, de las que únicamente tres rodaron por la Luna. Eso sí, se construyeron varios más desarrollo, entrenamiento y pruebas de resistencia. Y el resultado fue un éxito.
El rover lunar de la NASA pesaba 210 Kg y podía cargar hasta 490, pero en nuestro satélite era seis veces más ligero. Debía soportar temperaturas extremas (de +125 a -175 grados), falta de atmósfera, el polvo de la superficie y un suelo muy irregular. El chasis articulado (viajaba plegado en el LEM) se fabricó en tubos de aluminio, con una distancia entre-ejes de 2,3 metros y una longitud de 3. Portaba dos asientos muy ligeros para los dos astronautas, instrumentos de comunicación y de navegación, así como cámara de TV a control remoto desde la Tierra.
Cuatro ruedas motrices y directrices eléctricas
El buggy se apoyaba en cuatro ruedas de aluminio con “neumáticos” sin aire de tejido metálico con dibujo de ángulos de titanio, para proporcionar tracción. Las cuatro ruedas eran motrices, ya que disponían de su propio motor eléctrico de 0,25 CV a 10.000 rpm. Y también directrices, movidas por otros dos motores de 0,1 CV de potencia, de modo que podía maniobrar en apenas 3 metros de diámetro. La suspensión era a base de barras de torsión y amortiguadores.Todo ello estaba alimentado por una batería –no recargable- de hidróxido de potasio, plata y zinc capaz de proporcionar 36 voltios y 242 A/h, lo que le daba una autonomía de 92 Km.
Sin embargo, los astronautas sólo tenían permiso para circular alrededor del Módulo Lunar a una distancia a la que pudieran regresar andando en caso de avería. Algo que nunca ocurrió. El que más recorrió fue 35,8 Km en casi 4h30’ de rodaje. La velocidad máxima permitida era de 13 Km/h, pero en su última misión, Eugene Cernan alcanzó los 18 Km/h… que es el récord vigente de velocidad en suelo lunar! Al terminar cada misión, el buggy se estacionaba a una distancia prudencial para retransmitir el despegue del módulo y quedaba allí abandonado.
Una nueva generación de vehículos lunares
El actual programa Artemis de la NASA pretende enviar de nuevo a seres humanos a la Luna para largas estancias y creación de bases científicas permanentes, medio siglo después. Para ello se está desarrollando toda una nueva generación de vehículos de distinto peso, capacidad y utilidad. Lockheed-Martin y General Motors trabajan ya en modelos eléctricos con baterías Ultium y con capacidades todoterreno equivalentes a las del Hummer. Y hay otros proyectos privados, como el Tesla Cybertruck 6 Wheeler. El camino a la automoción lunar está completamente abierto.
Por su parte, otros países trabajan en proyectos y objetivos parecidos. En Japón, cuya Agencia Aerospacial pretende buscar agua en nuestro satélite, ha contactado con Toyota para fabricar un vehículo presurizado de largo recorrido para alojar y transportar a sus astronautas. La fecha de despegue de la primera misión se ha fijado en 2029 y Toyota ya dispondrá este mismo año de una maqueta a escala real, que estará operativa en 2027. La característica principal de este camión (6 metros de largo por 5 de ancho) dotado de seis ruedas de es que va presurizado en su interior y puede alojar a dos tripulantes durante un mes.
Toyota ofrecerá una vivienda móvil para los astronautas
Toyota lo fabricará para un recorrido de 10.000 Km, ya que será recargado por la energía solar a través de paneles desplegables. Su destino: alcanzar los polos en busca de grandes masas de agua congelada. Por su parte, la Agencia Espacial Europea prefiere apostar por los vehículos lunares a control remoto para su programa ARCHES. Actualmente se están experimentando varios modelos de “Rover Lunar Interact” en el abrupto entorno del volcán Etna, en Sicilia. Vehículos semiautónomos y brazos robóticos han funcionado perfectamente con gravedad terrestre y atmósfera.