Mille Miglia ¿la carrera más bonita?

Puede que –con las 24 Horas de Le Mans- las Mille Miglia sean la segunda prueba más mítica de la historia del automovilismo. Canceladas en 1957 por su peligrosidad, han revivido en su formato histórico desde los años ’80. Sus organizadores la definen como “la carrera más bonita del mundo”. Pero ¿es una carrera o una puesta en escena? En Garaje Hermético te lo explicamos.

Mille Miglia

Para quienes no lo sepan, las Mille Miglia o Mil Millas de Brescia es una carrera legendaria en Italia. Sus más de mil quinientos kilómetros entre Brescia, Roma y de nuevo Brescia, atravesaron durante décadas carreteras de todo tipo por los montes y los valles de la mitad norte de la “bota itálica”. Su particularidad es que se hacía de un tirón: sin más paradas que las necesarias para repostar combustible o ruedas. Un maratón que duraba doce horas o más y movilizaba a cientos de miles de espectadores en las cunetas. Las Mille Miglia eran un acontecimiento nacional.

Las Mille Miglia originales duraron hasta 1957

El accidente mortal del español Marqués de Portago con su Ferrari 335S en 1957 puso punto y final a la prueba. Pero, además de ser una de las carreras más antiguas de Europa, también fue pionera en su renacimiento treinta años más tarde como “prueba histórica”. Desde entonces no ha cesado de crecer hasta convertirse en un evento automovilístico y social de peso mundial. Aunque en el camino haya perdido buena parte de su esencia y de su espíritu.

Mille Miglia

Las Mille Miglia actuales no son una carrera, ni siquiera de Regularidad. Son una “ópera italiana” en toda regla. Ya desde los ’80 han consistido en un desfile de vehículos participantes en las MM originales (con algunos tests intercalados de regularidad “a la italiana”), realizando el recorrido entre Brescia, Roma y vuelta en tres cómodas jornadas. Pero desde la llegada del actual organizador, pocos años antes de la pandemia, aquello se ha convertido en un “show” con deportivos actuales, coches eléctricos y toda clase de parafernalia por parte de los patrocinadores.

426 inscritos en las Mille Miglia de este año

Las Mille Miglia son, ante todo, un gran negocio de marketing. La simbología, los lugares, la historia… son la base de un evento mundial donde se mueve mucho dinero. Desde las inscripciones (este año había 426 inscritos, seleccionados entre muchos más) a marcas como Alfa Romeo, Mercedes o Ferrari, pasando por los sponsors, los coches de apoyo, los VIP’s… La última incorporación: las 1000 Miglia Green, reservadas a vehículos con energías alternativas. No hay límites…

Mille Miglia

¿Merece la pena asistir? Naturalmente que sí. El espectáculo de ver tantos coches de valor incalculable por el centro de Brescia durante la “punzonattura” (verificación), o atravesar los pueblos y ciudades medievales y renacentistas del recorrido, verles subir y bajar los “pasos” de montaña… son imágenes que nunca se olvidan. Como la carretera está abierta al tráfico, el espectador puede intercalarse en la “carrera”, adelantarse o pararse a verlos donde desee, salvo en los “centros históricos” de poblaciones donde el tráfico está restringido.

Bonitos coches y recorrido, pero no es un evento deportivo

¿Y correr, merece la pena? Participar, más bien, porque correr se corre muy poco, salvo cuando algunos van como locos por la carretera como si no hubiera tráfico en contra. Y por eso hay los accidentes que hay cada año. Las pruebas de regularidad son de escasos metros y consisten en pasar sobre una sucesión de cables en determinados segundos: más una “gymcana” que un rallye. No es ni divertido. A eso sólo juegan algunos “frikis” y no puede considerarse una victoria a la altura a las Mille Miglia.

Mille Miglia

Con todo, hay a quien –tras pagar una buena suma por la inscripción- le encanta lucir su coche y que miles de “tifosi” le saluden y vitoreen desde las cunetas. ¡Es impagable para el “ego” personal! Y el recorrido está jalonado de paradas a comer, cenar y dormir, así que no es duro ni para la mecánica ni para los conductores. Además existe una especie de “bula” por la que les está permitido saltarse todas las normas de tráfico, incluso en presencia de los carabinieri. ¡Eso es Italia!

Son Mil Millas de tráfico denso, con tanto coche

La interminable caravana de coches históricos va intercalada con asistencias rápidas, coches de prensa, espontáneos, tráfico local… También los descerebrados del “Ferrari Tribute” (que algunos años se llevan por delante a un niño o espectador) y, ahora, los coches “ecológicos”. Así que muchas veces la carretera es un atasco como el de un primero de agosto. Y la entrada a las ciudades, una tortura para los coches más antiguos… ¡hasta que llega la policía motorizada y guía a grupos de participantes a toda velocidad por el carril contrario hasta el parque de llegada! ¡Sigue siendo Italia!

Mille Miglia

Este año se ha cubierto el recorrido de casi 2.000 Km –de nuevo en el sentido de las agujas del reloj- en cuatro cómodas etapas. A la segunda se llegó a Roma, con paseo por las vías y monumentos más famosos de la Ciudad Eterna, retornado por Siena, atravesando la Toscana. En la última se visitó el Autódromo de Monza, tradicionalmente en perpetua rivalidad con el Automóvil Club de Brescia. Para llegar por fin al Viale Venezia y subir –coche a coche- al podio para su momento de gloria. Un año más, la tradición se había cumplido y las arcas se habían llenado.

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