Un garajista tras ver el vídeo sobre los coches diésel actuales, nos pregunta si recomendaríamos su compra a pesar de su mayor complejidad mecánica y los posibles problemas que puede dar el Adblue.
Pregunta
¿Recomendáis comprar a pesar de los posibles fallos del dispositivo Adblue y a pesar de la electrónica, piezas que lo componen… (como fuente de problemas que está arruinando en mi opinión) el Diesel?
Es lo único que me da miedo, ya conozco a más de uno que la reparación le ha salido muy cara, de mil euros para arriba… Es lo que me preocupa al hacer cambio de coche.
Sobre el Adblue creo que tiene problemas en verano por cristalización, o en invierno. Si el coche hace pocos kilómetros y no llegas a gastar en tiempo el depósito de Adblue… ¿se puede pudrir o cristalizar?
Respuesta
No todos los diésel llevan Adblue ni todos los que llevan Adblue dan problemas.
El automóvil no es un electrodoméstico y hay que saber cuidarlo y mantenerlo en forma. Así que hay que seguir las instrucciones de funcionamiento y mantenimiento.
Sí es cierto que algunos productos Adblue cristalizan o se degradan en el depósito si no se sustituyen o consumen a tiempo (las instrucciones del coche y del producto suelen indicarlo, pero casi nadie las lee), o si son de mala calidad.
Pero no sólo pasa con este producto: también envejece el líquido de frenos y parece que a nadie le preocupa…
Los actuales motores diésel son extraordinarios en prestaciones y consumo. Pero las normas anticontaminantes han forzado a los fabricantes a instalar complejos sistemas de filtración y eliminación de los agentes tóxicos que emiten. Ahí está el problema, que no se ha transmitido debidamente al consumidor. Cada marca tiene su sistema y hay unos mejores que otros. Algunos un prodigio de la técnica, pero siempre muy complicados y engorrosos de mantener.
Por otra parte, los usuarios de coches turbodiésel tampoco suelen darles el uso para el que están previstos: los conducen a muy pocas revoluciones en marchas muy largas. Y muchas veces con gasoil de baja calidad y sin aditivos limpiadores. Eso produce acumulación de carbonilla en admisión y escape, que son las averías caras de las que hablas.
Así que la culpa no es tanto de los motores diésel, sino de los sistemas anticontaminación y del uso inadecuado por parte de los conductores.