Alfonso de Portago fue el primer piloto oficial de Ferrari en Fórmula 1 a mediados de los ’50. Pero para llegar a la Scudería tuvo que demostrar su valía. En 1954 compró un monoplaza Ferrari 625 con el que disputó varios Grandes Premios. Hoy, esa misma unidad, está a venta en la subasta de RM/Shoteby’s en Monterey, California. Barata no es, pero es una pieza de historia revalorizable.
El mercado de las subastas no deja de crecer. Cifras millonarias alcanzan ya a coches “despreciados” por los coleccionistas hace algunas décadas. No es el caso de los Ferrari, siempre en alza, siempre deseados. Y más, los de Fórmula 1, ya que la mayoría fueron transformados o canibalizados para construir los monoplazas de la temporada siguiente. Por eso es tan raro que un monoplaza de 1954 (aunque derivaba de otro anterior) haya sobrevivido con sus números de chasis y motor originales hasta nuestra época.
La Fórmula 1 se reservó a los Fórmula 2 en 1952 y 1953
El duelo entre Alfa Romeo, Ferrari y BRM en los Grand Prix de 1952 se frustró cuando la marca de Arese (bicampeona 1950/1951) y luego la británica decidieron retirarse de la competición. La Federación Internacional se encontró en un callejón con una única salida: promocionar a la Fórmula 2 al status de máxima disciplina automovilística (con permiso de los más potentes Sport-Prototipos). Los pequeños monoplazas con motor 2 litros eran más económicos, populares y competían más marcas.
Con el nuevo reglamento de Fórmula 1 previsto para 1954, las temporadas 1952 y 1953 serían para los Fórmula 2. Aunque Maserati contaba con un buen monoplaza y con el campeón argentino Juan Manuel Fangio, Ferrari disponía del 500 F2 y de su piloto-estrella, Alberto Ascari. Fangio sufrió un grave accidente que le apartó de los circuitos casi todo el año, de modo que Ascari dominó el Campeonato del Mundo. Y también el de 1953 con el mismo Ferrari, que ganó 30 de las 33 carreras disputadas en ese periodo.
Un motor de cuatro cilindros en lugar del V12
El alma de este compacto monoplaza era un motor de sólo 4 cilindros diseñado por Aurelio Lampredi, más ligero y 15 CV más potente que el antiguo V12 Colombo de los Ferrari 166. Con 170 CV, era una pequeña joya dotada de culata con doble árbol, doble encendido y dos carburadores Weber. Aun así superaba los 220 Km/h. El chasis tenía una batalla de sólo 2.160 mm y contaba con suspensión delantera independiente, puente trasero De Dion, cambio de cuatro velocidades y frenos de tambor.
Aparte de las seis unidades para la Scudería, Ferrari montó cinco más para clientes selectos. Pilotos privados que frecuentemente seguían de cerca a los oficiales en carrera. Como el nuevo reglamento de F-1 1954 elevaba la cilindrada a 2,5 litros, varios de estos 500 F2 fueron actualizados con el motor subido a esa cilindrada, denominándose Ferrari 625. Mientras el equipo oficial estrenaba el 553 Squalo, los privados disponían del 625. Aunque unos y otros fueron derrotados por los maravillosos Mercedes W196 en manos de Fangio y Moss.
Un Ferrari de F-1 apto para clientes
Nuestro Ferrari comenzó su vida como 500 F2 (nº 0208F), pero fue reconvertido a 625 en 1954 (nº 0540). Había sido vendido al concesionario belga, Jacques Swaters, que creó la célebre “Ecurie Francorchamps”. Este monoplaza corrió 17 carreras entre 1952 y 1953, con una victoria y dos segundos puestos en pruebas no puntuables. Ya como 625, disputó siete carreras más en 1954 antes de volver a Maranello, donde fue intercambiado por un nuevo 750 Monza para carreras de Sport.
Un año más tarde, el Ferrari 625 0540 fue adquirido por el español “Fon” de Portago, que –aunque había debutado en competición automovilística en 1953- no dudó en solicitar un volante oficial de F-1 a Ferrari en 1955. El “commendatore” Enzo se limitó a ofrecerle un monoplaza de pago, como cliente preferente. De Portago se lució ese año en carreras de Sport-Prototipos y GT, pero también se inscribió en cuatro Grandes Premios de Fórmula 1 con peor suerte. Corrió en Turín, Pau, Burdeos y Silverstone. Consiguió un octavo puesto en Francia, pero tuvo un accidente en Inglaterra del que salió –afortunadamente- sólo con una pierna rota…
El Marqués de Portago se convirtió en piloto oficial Ferrari
El arrojo del piloto español –no exento de peligrosidad- no cayó en vano en el seno de la Scudería. Aunque Enzo volvió a negarle un volante en F-1 en 1956, al final la baja de Musso le permitió ser incluido en la formación de Fórmula 1 (ya era piloto oficial en el equipo de Sport-Prototipos). Ese año, Ferrari se había quedado los revolucionarios Lancia D50, tras el cierre de la actividad deportiva de la marca. De Portago consiguió un segundo y un cuarto puestos, compartiéndolo con Collins (cosa que se podía hacer en la época).
La historia del Ferrari 625 0540 continuó en manos del ingeniero británico Donald Healey y, desde 1967, fue una pieza de la colección de Pierre Bardinon en Le Mas du Clos. Tras pasar después por manos de otros afamados pilotos de clásicos, como Carlos Monteverde, y por grandes eventos, como el GP de Mónaco o Goodwood, el Ferrari sale de nuevo a la venta. Acaba de recibir los “papeles” de autenticidad de Ferrari Classiche y está en condiciones de competir, con su documentación FIA. El precio de salida no ha sido comunicado, pero seguro que alcanzará una buena cifra en la subasta de Monterey.