Las formas de un coche clásico no dejan indiferente a nadie. Pueden gustar o no, pero siempre hacen volver la mirada. Al arquitecto Norman Foster le encantan y, por ello, propuso al Museo Guggenheim de Bilbao organizar la exposición “Motion, autos, art and achitecture” combinando las tres facetas. Tras cinco meses abierta al público, acaba de clausurarse como la tercera más vista desde la creación del Guggenheim hace veinticinco años.
La Historia del Automóvil tiene más de un siglo y, en esos ciento-y-pico años se han sucedido diversas generaciones de vehículos. Para el arquitecto Norman Foster su diseño está íntimamente ligado al del arte y la arquitectura coetáneos. Por eso propuso al Museo Guggenheim crear una exposición en la que se mezclasen los tres elementos, denominada “Motion, autos, art and achitecture”. El museo bilbaíno aceptó el reto como su principal muestra de 2022, cuando celebraba sus primeros 25 años.
Una exposición extraordinaria en el Guggenheim de Bilbao
Norman Foster posee una gran colección de automóviles clásicos, pero convenció a otros amigos –como Nick Mason (ex-batería del grupo Pink Floyd)- y a varias marcas (Volkswagen, Mercedes, General Motors…) para ceder algunos de sus vehículos más preciados durante unos meses. Así compuso una muestra ecléctica de todas las épocas, con 38 automóviles –la mayoría únicos y espectaculares- combinada con obras pictóricas y escultóricas, fotografías y posters, modelos a escala y hasta sonidos originales envolviéndolos.
Dividida en seis salas del Guggenheim, iba repasando la historia y la evolución de las formas y la tecnología. Comenzando por los pioneros como el triciclo Benz de 1886, el primer coche eléctrico (el Lohner-Porsche de 1898), el iniciador de la producción en cadena (Ford T) o la importancia del lujo sobre ruedas, representada en automóviles Voisin y Rolls-Royce de los años ’20. No podía faltar un Bugatti Tipo 35, el coche de carreras más bonito de todos los tiempos.
Las formas de los automóviles, auténticas esculturas
En la segunda sala, dedicada a modelos de los años ’30 a ’50 podían verse reunidos ejemplares que pocas veces salen de sus colecciones privadas. Uno de los famosos y escasos Bugatti Tipo 57 S “Atlantic”, a la vez extravagante y precioso. Tanto como el Pegaso Z102 “Cúpula”, ejemplar único “de Salón” fabricado en La Sagrera con influencia italiana. O un exuberante Delahaye 165 carrozado por Figoni & Falaschi, una auténtica escultura rodante digna de una estrella de cine de la época…
Frente a ellos, la siguiente sala reservada al minimalismo de los años ’60 y ’70 parecía regresiva. Quizá porque eran modelos populares que, en cambio, escribieron la historia de la motorización de Europa. Allí estaba el prototipo original –seccionado- del genial Mini de Austin/Morris, el inmortal Volkswagen Escarabajo, el Fiat 500, el Citroën 2CV, el Renault 4, el Isetta-BMW… Todos modelos de gran éxito comercial y que pusieron sobre ruedas todo el Viejo Continente a partir de la Guerra Mundial.
Los deportivos más bellos de los ’60
La sofisticación también continuó ligada al automóvil, como podía verse en la quinta sala, reservada a Deportivos y Gran Turismo. Porsche, Mercedes, Jaguar, Aston Martin y Ferrari fueron los reyes de los ’50 y ’60 con sus preciosos y lujosos coupés de altas prestaciones. Coincidieron en los circuitos y también en el sofisticado Mónaco, en la Costa Azul o en la Riviera. La originalidad del Mercedes 300 SL “Alas de Gaviota”, las líneas puras del Jaguar E Type, el Aston Martin preferido de James Bond… incluso el mítico Ferrari 250 GTO, el Ferrari entre los Ferrari. No obstante, un compromiso previo obligó a sustituir esta unidad de Nick Mason por otro modelo de su colección aún más raro: un 250 MM de la Carrera Panamericana de 1953.
La emoción continuaba en aumento al pasar a la siguiente sala, reservada a los grandes carroceros y diseños. Concept-cars se alineaban junto a modelos reales o de competición. El Citroën DS “Tiburón” se había ganado por derecho un puesto allí (y era el último de los treinta y dos descapotables de Chapron). Pero llamaban mucho más la atención los tres futuristas FireBird de General Motors, con sus líneas aeronáuticas y sus turbinas de gas. O el Bertone Stratos Zero, que dio lugar al Lancia del mismo nombre. O uno de los fantásticos Alfa Romeo “BAT” de Franco Scaglione…
Modelos únicos, de la Fórmula 1 a los «concept-cars»
Frente a estas piezas únicas y nunca reunidas anteriormente pasaban casi desapercibidos el Mercedes W11 de Fórmula 1, con el que Lewis Hamilton logró su séptimo título mundial (¡que grandes son los F-1 actuales!) o la recreación del Dymaxion, un monovolumen aerodinámico de 1930 con una sola rueda trasera directriz. Por su diseño y significado, Foster lo mandó reproducir para su colección y se ha convertido en símbolo de la exposición “Motion, autos, art and architecture” del Guggenheim.
La sala final, dedicada al automóvil norteamericano sólo sorprende por las dimensiones de los vehículos, especialmente del inabarcable Cadillac Eldorado Biarritz de 1959. Aunque en Detroit se produjeron algunos iconos de ámbito mundial, como el Jeep Willys (el juguete para hacer la guerra) o el Ford Mustang (primer “Muscle Car” americano). Durante cinco meses la exposición ha debido ampliar su horario para recibir a 750.000 visitantes de todo el mundo. Y se ha convertido en la tercera más vista desde su inauguración. Luego, para que digan que “a nadie le interesan los coches viejos”.