Uno de los récords ciclistas más peligrosos es el de “Velocidad tras Vehículo a Motor”. Aprovechando la aspiración aerodinámica –y la fuerza del pedaleo- una bicicleta puede alcanzar casi 300 Km/h. Actualmente el récord mundial lo ostenta una mujer, Denise Mueller-Korenek, desde 2018. Pero antes hubo muchos más intentos, algunos con finales trágicos.
Está claro que el ser humano busca superar sus marcas sin límite. Si las motos y automóviles “caza-records” han superado ya la barrera del sonido tras más de un siglo de gestas heroicas, los ciclistas (con impulso humano, no mecánico) no les van a la zaga. Existen muchas especialidades (en llano, descenso, sobre nieve…) pero la más rápida es la denominada “Motor Paced”. En ella, un vehículo a motor arrastra aerodinámicamente la bicicleta, pero sin conexión mecánica.
El ciclista debe pedalear para lograr el record
Los organismos rectores que adjudican estos récords son muy estrictos: sería hacer trampa remolcar a un ciclista. Este tiene que pedalear para alcanzar la velocidad máxima. El coche o la moto que le preceden sólo rompen la resistencia del aire y lo absorben con su rebufo. Pero, a partir de cierta velocidad, se vuelve muy peligroso: cualquier toque entre los dos vehículos puede desintegrar la bicicleta y, si se sale bruscamente del vacío, esta choca frontalmente contra un muro de aire con catastróficos resultados.
Los intentos de este estilo cuentan con abundantes finales trágicos. Normalmente se añade a la parte trasera del vehículo a motor una especie de caja aerodinámica en la que se cubre al ciclista. El pionero de esta especialidad fue Charles “Mile-a-Minute” Murphy quien, aspirado por un tren, alcanzó 96 km/h en 1899. Para lograrlo tuvo que pavimentar con tablones de madera una milla de vía férrea, que le ofreciera una base lisa ¡y luchar porque la locomotora no lo perdiera!
Bicicletas aspiradas por motos, coches o trenes
En las primeras décadas del nuevo siglo XX, los récords no dejaron de caer. En 1928, el belga León Vanderstuyft alcanzó 122 km/h rodando tras una moto en un velódromo. En 1933 el francés Alexis Blanc-Garin llego hasta 128,20 km/h. Un año después, su compatriota Albert Marquet, llegó a los 139,90 km/h tras un automóvil. Alfred Letourneur batió dos veces el record, una en 1938 (147 km/h en Montlhéry) y otra en 1941 (175 km/h en Bakersfield), con ayuda de un Midjet de carreras.
Desde los años ‘60, la pasión por cazar récords alcanzó todas las especialidades. El francés José Meiffret, fue el primero que superó los 200 Km/h en bicicleta (204 km/h en 1962) aspirado por un Mercedes 300 SL adaptado en una “motorbahn” alemana. Y si los récords a motor se conseguían en la llanura salada de Bonneville (Utah), allí fueron también los ciclistas: Allan Abbot logró 223 Km/h en 1973 y el campeón olímpico John Howard llegó a 244 Km/h en 1985. Normalmente empleaban la aspiración de vehículos de récord para conseguir estas marcas.
La tentativa de Rude con ayuda de Porsche
En 1979, el ciclista francés Jean Claude Rude había propuesto a Porsche batir el Récord Mundial de Velocidad sobre Bicicleta con la ayuda de su equipo de competición. La marca alemana aceptó el reto y desarrolló en el túnel del viento de Weissach una cola especial para un 935 de 1977, con 800 CV en su motor biturbo. Hubo que sacar los escapes por los lados para evitar que las llamaradas de los turbos achicharraran al ciclista. Y el mismo Henri Pescarolo se puso al volante.
El primer intento de alcanzar 240 Km/h en la larga pista de pruebas (9 Km) de Volkswagen en Wolfsburg, se saldó con un susto. Tras varios intentos y colisiones entre la bicicleta y la trasera del Porsche en cada cambio de marcha, Rude estaba camino de su marca cuando su neumático trasero reventó. Con gran habilidad y sangre fría, consiguió detenerse sin daño. Pero Porsche comprendió que estaba corriendo un riesgo enorme de que aquello terminase en tragedia… y se retiró del proyecto.
Los récords en bicicleta se trasladaron a Bonneville
Jean Claude Rude encargó neumáticos reforzados a Michelin y se lanzó a la persecución… de un tren de Alta Velocidad. Pero sus cálculos estaban equivocados: el rebufo lo absorbió y el ciclista fue arroyado por el convoy encontrando la muerte. Y no fue el único malparado: en 1988, el holandés Fred Rompelberg se cayó dos veces a más de 160 Km/h en Bonneville y se rompió veinticuatro huesos. Pero volvió en 1995 con su propio Dragster de 1.000 CV y pedaleó hasta los 268,831 km/h, nuevo record mundial imbatido hasta 2018.
Actualmente lo ostenta una mujer: Denise Mueller-Korenek. Contando con el asesoramiento del antiguo “recordman”, John Howard, con su bicicleta especial KHS y con un Dragster adaptado como “suctor”, consiguió en 2018 la escalofriante velocidad de 296,009 Km/h. Lo más cercano que un ciclista ha estado de la mítica meta de los 300. Para lograrlo, la deportista californiana de 45 años, recorrió una distancia de cinco millas, primero aspirada por el Dragster hasta 160 y luego manteniéndose en su estela y haciendo uso de la enorme desmultiplicación de su plato de transmisión. Ya tiene su Guinness World Record.