Voy a cumplir 64 años… aunque ya sé que no los aparento… Me gustan los coches desde que tengo uso de razón. Se puede decir que he dedicado toda mi vida a los coches de casi todas las maneras posibles… como mecánico aficionado, profesor en una autoescuela y en cursos de conducción, brevemente como vendedor, como piloto, como probador, y, sobre todo, como periodista escribiendo o hablando de ellos… ¡Eso mismo me preguntaron ayer! «Pero… ¿después de tanto años no te aburres de coches?»
¿Queréis saber la verdad? La verdad es que no me gustan igual que antes… ¡Me gustan más! ¿Por qué me gustan tanto los coches? Seguramente, por lo mismo que a ti… vamos a verlo…
Te das un paseo por el “mundo Internet” y hablando de coches las cosas no son muy halagüeñas. ¡Olvidad todo eso!¡Ya vale! Hoy vamos a hacer un video divertido. Más que divertido, ilusionante, para contar porque me gustan tanto los coches… porque, seguramente, me gustan tanto, en muchos casos, por lo mismo que a ti. Seguro que me dejo cosas en el tintero… si es así, volveremos sobre el asunto.
Desde pequeño
Me gustan los coches y todo lo que tenga ruedas desde que recuerdo. Cuando tenía 5 años mi juguete favorito era mi triciclo y jugaba a que era un autobús.
Mirar a los coches
Crecí y mis vecinos seguían pensando que ese niño alto y rubio tenía un retraso: Se sentaba a ver pasar los coches y se pasaba horas. Recuerdo que en un cruce asfaltaron una calle si y otra no, de forma que había un baden y los coches botaban un poco… y yo estaba horas viendo como funcionaban las suspensiones…
Las apuestas
Mis padres me apoyaban porque a ambos, sobre todo a mi madre, le gustaban los coches. Y mi padre se divertía, entre comillas, a «mi costa». Recuerdo que en verano apostaba con sus amigos a que su hijo, o sea, yo, acertaba al menos 7 de cada 10 coches solo oyendo su motor. Y de noche viendo sus faros desde lejos… no recuerdo que mi padre perdiese jamás una sola apuesta. Las horas viendo pasar coches me servían, a mí y a mi padre, de algo… En este vídeo te cuenta Máximo cómo influyo su familia en su afición al motor.
Mi «invento»
Os voy a dar un dato: Yo inventé el cardán. El cardan, que gracias a Rodrigo estaréis viendo en pantalla, en un dispositivo que permite a un eje gira y transmite una cierta fuerza, hacerlo en ángulo. Yo veía como los camiones llevaba un eje largo que partía desde delante hasta detrás e intuía que ese eje transmitía la potencia. Y para poder hacerlo, inventé un sistema que funcionaba, lo hice con claves, chapa de lata de refrescos y mina de boli… ¡funcionaba! Luego descubrí que ya estaba inventado…
Llegaron los libros
Descubrí el Arias-Paz, aquí tengo uno, y mis padres, que como os he dicho apoyaban al «Niño» me regalaron una colección de libros que eran creo recordar seis tomos, entre ellos «Dime por qué», «Dime quién es», «Dime dónde está», y, sobre todo, «Dime cómo funciona»… este es el libro que más me gustó, pero el que más me frustro, pues descubrí que el cardan lo había inventado el ingeniero alemán Gerolamo Cardano en el siglo XIX.
Llegaron las revistas
Con 13 años, es decir, en 1973, compré mi primera revista de coches, que era “Velocidad”. Y como ya he comentado muchas veces, vi una revista con el Citroën CX en portada, en 1974… y desde ese momento compraba al menos una a la semana y unas cuantas al mes.
Mirar como conducen
¡Qué paciencia tenía mi madre! Vivíamos en un barrio a las afueras de Madrid y para hacer compras, ir al cine o para casi todo había que tomar un autobús y yo convencía a mi madre para esperar a unos autobuses que debían haber sido importados del Reino Unido, con volante a la derecha, y que tenía unos asientos desde los que podía ver conducir… no me cansaba de ver cómo conducían los autobuses y como manejaban ese pedazo de volante.
El slot
El slot me dio una salida a mi afición por diseñar coches y por pilotarlos… y sin darme cuenta a ser periodista, pues entre unos amigos hicimos una revista llamada «Slot» a base de fotocopias y recortes de revistas «de verdad»… la tirada era más bien limitada… un solo número… que nos pasábamos entre los amigos. Guardo artículos, recortes y diseño de esa época… El slot, además, me permitió entrar en el mundo de la prensa.
Conocer es disfrutar
A medida que más sabía de técnica, de mecánica, de conducción, más disfrutaba de los coches… y, por cierto, de las motos. Esto nos pasa a todos, conocer algo es aprender a disfrutarlo y en mi caso era un círculo virtuoso: Cuando más sabía, más me gustaba y cuanto más me gustaba, más quería infórmame y saber… hasta hoy… ¡que me sigue pasando lo mismo!
Por fin, ¡al volante!
Y llegó el día en que conduje por primera vez… Os voy a confesar otro aspecto de mi carácter que no tiene que ver con los coches: Odio la torpeza y disfruto del trabajo bien hecho. Si ya disfrutaba sabiendo de coches y viendo los coches, conducir coches y motos fue un salto de calidad tremendo… y me esforzaba por hacerlo muy bien… hasta ahora.
La «mili» y los camiones
Cuando yo era joven, en España había servicio militar obligatorio, la famosa «mili»… Aproveché para sacarme el carnet de camión y de camión con remolque, que luego se podía canjear por uno civil. Y en cuanto acabé la «Mili», los pocos ahorros que tenía los gasté en obtener el que me faltaba, el de autobús y autobús con remolque…
Libertad y autonomía
No solo de mecánica y conducción vive el hombre y una de las cosas que más me gustaban de los coches y las motos, era la libertad que me daban. Y eso a pesar de mi precaria economía
Probador
Lo he dicho en otros vídeos: Que me fichasen para probar coches no era ver un sueño cumplido, porque jamás había soñado llegar a eso, era superar mis sueños. Aquí tienes un vídeo sobre errores de la prensa del motor.
Un «as» en la manga
Y me queda un «as» en la manga: Las carreras. ¡Es que merecen vídeo aparte! Lo haré. ¿Por qué me gustan tanto las carreras? Siempre comento una cosa: Por un lado, me gustan las carreras, de todo, de bici, barcos, motor, a pie, ¡todas! Y por otro lado los coches… y cuando se juntan ambas cosas… ¡perfecto! ¿Sabes como iniciarte en el deporte del motor?
Conclusión
Desde luego tengo claro que soy un bicho raro… pero también tengo claro que somos más de 700.000 bichos raros. El automóvil, la mecánica, la competición, tienen magia, eso es indudable. Ha sido un afortunado porque he podido hacer de mi devoción mi profesión.