Mis padres y mi afición por el motor

En mi afición por el motor tuvieron que ver mucho mis padres, los dos. Mi padre fue buen conductor de moto y de coche y tenía ciertos conocimientos de mecánica. Pero la más aficionada a los coches era mi madre que… lamentablemente, nunca tuvo carné. Pero sí que condujo en alguna ocasión.

Tras una incursión en vídeos más «normales» en esta área de amigos, como fue el del Lamborghini 350 GT, vuelvo a los vídeos más personales… en realidad en este caso se podría decir que casi íntimos.

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Siempre me han gustado los coches. No es que fuese una afición que se vivía en casa, tal y como imaginamos ahora, porque mi familia era muy modesta y los temas de competición, a mis padres, les eran completamente ajenos… en este caso mi tío materno es que me acercaba en su 2 CV al Jarama.

Este vídeo va a ser una colección no de anécdotas, sino como decía mi madre, de “sucedidos”, 10 en total, que de algún modo u otro fomentaron mi afición al motor.

Mi padre tuvo durante más de 20 años una moto, una ISO 125 de “rueda grande” que cuidaba con mimo… no solo por afición, sino porque para él era una imprescindible herramienta de trabajo. Fue un buen conductor, no tuvo nunca un accidente grave, que yo recuerde. Mi madre en cambio, no tuvo oportunidad de sacarse el carné… eran otros tiempos.

El enfado de mi padre

Recuerdo el día que llamé “cacharro” a su motor… no lo hice con intención peyorativa, pero me sorprendió lo mucho que se enfadó, pues se enfadaba pocas veces

Subir la moto por la terraza

Lo que me hacía ilusión es que cada 3 o 4 años más a menos, según como fuese la moto, se la subía a casa por la terraza… ¿cómo? En piezas

¡Coche nuevo!

Por fin se compró un coche, un flamante R6… ¡No recuerdo que ningún coche me haya hecho tanta ilusión! Aún no se había sacado el carné, pero sin carné salíamos todas las noches a dar una vuelta toda la familia… y un día tuvimos un encuentro con la policía…

Lavar el coche… ¡una fiesta!

Durante años, todos los fines de semana, lavábamos el coche. Era una fiesta en la que participaba toda la familia; mi hermano por la terraza con una cuerda bajaba los cubos de agua y los demás, dale que te pego, dejábamos el coche perfecto… con los vecinos mirando.

Conducir… parado

Nos íbamos de camping a algún pantano, en acampada libre, y me tiraba horas al volante del coche… con el parado… pero me hacía recorridos reales manejando los pedales y deslizando las manos por el volante y cambiando de marcha.

Mi primera vez

Con solo 12 años le dije a mi padre si me dejaba conducir.

Mi madre al volante

Durante un par de años convencía casi todos los fines de semana a mis padres para ir a una urbanización con las calles hechas, pero sin casas, donde me dejaba conducir… a mí y ocasionalmente a mi madre.

En la base de Torrejón

En la base aérea, en esos tiempos norteamericana, de Torrejón de Ardoz a las afueras de Madrid, mi padre me dejaba conducir un buen rato y, lo más importante… ¡solo!

«Que conduzca el niño»

Para enfado de mi hermano, que sí tenía carné, con 16 años, pero sin carné, cuando íbamos con el coche mi padre me daba las llaves y me decía “que conduzca el niño” … incluso si era en pleno centro de Madrid.

Mi primer viaje

Y ya con el carné mi padre me dejo el coche para mí solo en cuanto me llego el permiso… otro cabreo de mi hermano… ¡a él le llevo casi un año! Y, con un par, me fui a la nieve.

Conclusión

Tengo que agradecer muchas cosas a mis padres. Pero sin duda una de ellas es que siempre me apoyaron en mi afición por el mundo del motor, siempre… soy un afortunado…

La pregunta del día

Muy sencilla… ¿cuál fue tu primera vez? y ¡ojo! que hablo de coches… o de motos.

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