El Hipano-Suiza de madera, por nueve millones de euros

Si hay un ejemplar de Hispano-Suiza famoso en el mundo entero, ese es el H6C de 1924 con carrocería de madera de André Dubonnet. Acaba de ser adjudicado en una subasta en EE.UU. por 9.245.000 dólares, un récord para la marca. Su historia es bien conocida a pesar de sus innumerables dueños y variadas reparaciones. Y hoy sigue luciendo su carrocería de caoba barnizada, que tan único lo ha hecho.

Hipano-Suiza de madera

No hace falta saber mucho de la célebre marca Hispano-Suiza para identificar este automóvil al primer golpe de vista. En los años ’20 no eran raras las carrocerías “bobtail” con forma de barca y acabado en madera. Pero lo que mandó construir el piloto y empresario francés André Dubonnet en 1924 fue algo tan especial que ha superado las décadas y se ha convertido en símbolo de la marca española.

André Dubonnet creó este Hispano-Suiza para competir

Dubonnet logró fama y fortuna con sus bebidas-aperitivo, enormemente populares en Francia. Pero antes había destacado como piloto de aviación en la Gran Guerra y como deportista de riesgo, guiando bobsleigh en las Olimpiadas. Tras la contienda –como otros muchos de su generación- se pasó a los automóviles, compitiendo con ellos en la década de los ’20. Descubrió pronto la eficacia de los Hispano-Suiza, encargando un autobastidor H6C Sport con motor de 8 litros, del que sólo existía otro ejemplar en manos del propio Mark Birgit.

De este H6C Tipo Sport sólo se fabricaron tres unidades, porque iba destinado a las carreras. Llevaba un chasis rebajado en altura, con un radiador más bajo y con un depósito de gasolina sobredimensionado. Como Hispano-Suiza suministraba sus coches desprovistos de carrocería, Dubonnet lo envió al especialista aeronáutico Nieuport-Astra con una idea precisa: quería algo ligero y aerodinámico, un “Torpedo”. El diseñador Henri Chasseriaux decidió sustituir la chapa de metal por una fina capa de listones de madera de caoba, remachados a un bastidor.

Una carrocería de listones de madera de caoba

Una estructura habitual en las embarcaciones a motor que hacían furor en esa época, pero poco empleada en automóviles. La madera elegida fue la caoba, no el “tulipwood” (una exótica especie brasileña), como algunos afirman. Y los listones fueron curvados, remachados y barnizados. Todo el conjunto apenas pesaba 72 Kg, que era inapreciable comparado con el del motor y el chasis. Dubonnet se aprestó a alinearlo en competición tan pronto como estuvo terminado.

Hipano-Suiza de madera

Este Hispano-Suiza H6C se inscribió el 14 de abril de 1924 en la dura Targa Florio siciliana, consiguiendo acabar sexto absoluto. Y Dubonnet realizó una vuelta extra al gran circuito “delle Madonie” compitiendo por la Coppa Florio, acabando quinto. Para ello estuvo al volante ocho horas y media, incluyendo las paradas a repostar y a cambiar neumáticos. Con este doble resultado engrosó el palmarés y la fama de Hispano-Suiza en aquellos años felices.

Dubonnet se cansó pronto de H6C y lo vendió en 1925

A continuación, Dubonnet transformó el coche para carretera, dotándolo de guardabarros, parabrisas, una puerta, faros… antes de venderlo en 1925 al hijo del fabricante de perfumes, Coty. Luego pasó por manos de un escocés, que reformó los guardabarros en Baker, antes de guardarlo en un taller en Plymouth durante la Guerra Mundial. Pero durante un bombardeo, la metralla alcanzó levemente la parte trasera de la carrocería.

Hipano-Suiza de madera

En 1950 volvió a cambiar de manos y, el nuevo propietario reparó los daños y lo usó durante seis años en diversos viajes, que publicó en una revista británica. En el ’55 fue comprado por el insistente Gerald Albertini, que fue el primero en restaurarlo debidamente. La carrocería fue reparada por Panelcraft, que añadió los guardabarros aerodinámicos de madera que hoy conserva. Y la mecánica contó con el asesoramiento de George Brian, un especialista en Hispanos. El matrimonio Albertini también viajó mucho con él, especialmente por Italia.

Desde los años ’60 el Hispano-Suiza de madera fue objeto de inversión

A partir de 1964 se sucedieron sus propietarios, que buscaban ya un objeto de inversión más que un automóvil utilizable. Y también las restauraciones –algunas innecesarias y mal realizadas, hasta añadiendo fibra de vidrio- aunque le permitieron ganar un premio en el Concurso de Elegancia de Pebble Beach en 1983. Más tarde acabó en un museo durante décadas, hasta la actualidad, que ha sido de nuevo restaurado y puesto a la venta.

Hipano-Suiza de madera

Una nueva restauración a fondo lo ha devuelto a la perfección de cuando salió de Nieuport-Astra, pero con los preciosos guardabarros añadidos por Panelcraft en los ’50. Toda la madera fue lijada y recubierta de moderno barniz acrílico con tono anaranjado, que realza el color de la caoba. En la reciente subasta celebrada por RM/Shoteby’s en Monterey, el Hispano-Suiza “Tulipwood” Torpedo alcanzó la cifra de 9.245.000 dólares, algo equivalente a lo que valen actualmente sus rivales de la época, como los Bugatti o los Talbot-Lago.

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