Me cambio de coche, ¿me recomendáis un deportivo?

¿De qué va este video? ¿De qué cualidades debe tener un coche deportivo? Pues no. De que voy a cambiar de coche. Quiero un deportivo. Y en los catálogos de las marcas, en los artículos de prensa escrita e Internet, en la publicidad y en otros muchos sitios veo como se usa el adjetivo «deportivo» a coches que, para mi, sin duda no lo son.

¿Qué debe ofrecer un coche para, realmente, ser considerado un deportivo? Este video es una primera parte… la segunda será cuando os cuente en exclusiva qué coche quiero comprarme… solo a vosotros. Antes tengo que vender el mío. De eso también tendréis noticias.

Mis maestros

Un video reflexionando sobre este asunto lo hicimos en abierto hace ya cuatro años… pero me apetecía volver sobre este tema. En ese video y en un podcast posterior contaba que la mejor definición de coche deportivo que he oído o leído nunca es la que me dijo uno de mis «maestros» en esto del periodismo de motor, Arturo de Andrés: «un coche deportivo es el que sigue más fielmente las órdenes de su conductor. Si mueve el volante gira rápidamente; si pisa el freno, frena de verdad y si pisa el acelerador, el coche vuela… y no estrictamente por este orden».

Soy un afortunado, lo contaba y lo cuento. He tenido excelentes maestros. Si he llegado a algo en este oficio de periodista del motor ha sido gracias a eso. Ya he citado a Arturo de Andrés, pero cuando entré en la revista Autopista el director era Eduardo Azpilicueta y en el despacho de al lado tenía a Ricardo Muñoz y a Luis Alberto Izquierdo… pasé de ser fiel lector a ser su compañero de trabajo y fiel lector, porque no dejé –ni he dejado- de leerlos… y de releerlos.

¿Potencia y muchos caballos?

Sigamos con nuestra reflexión: Deportivo es sinónimo de potencia y de muchos caballos. Considero que mi Mazda MX5 de 160 CV es más deportivo que un Bentley Flying Spur con motor W12 de
625 CV. Un coche con muchos caballos no es necesariamente deportivo, simplemente… corre mucho.

¡Los GTi sí que son deportivos! Veamos un moderno Volkswagen Golf GTi, un coche de mide 4,3 metros de largo, con 320 CV un peso de 1.553 kg, que VW anuncia como «ligero». Siempre cuento que en la presentación de una versión algo anterior a esta un técnico de la marca, joven y apasionado, me decía que este GTi recuperaba las sensaciones deportivas del primigenio GTi, aceleraba bien, frenaba mejor y tenía un elevado paso por curva. Yo le respondí, sí, pero pesa exactamente el doble que el primer GTi que anunciaba, sin servodirección ni aire acondicionado, 760 Kg. Y el me dijo, ¿Y qué?

¿Cuál es la esencia de la conducción deportiva?

Pasar rápidamente de curva a recta y de recta a curva y, en esa fase, por más ruedas, electrónica y tecnología que le pongas a un coche, el peso y el tamaño es determinante, es la clave. Un ejemplo arquetípico: Un Fórmula 1. Eso sí que es un deportivo. Tanto es así que los F1 no «saben» ir derechos. ¿Te has fijado en las tomas rasas en las rectas que los pilotos se pelean para llevar al coche derecho? Los Fórmula 1 están hechos para girar y una leve insinuación de su piloto al volante se traduce en un giro inmediato.

¿Y qué pasa cuando frenan? Que alcanzan deceleraciones de más de 6 G. Y cuando aceleras… ¿Qué pasa? Que en menos de 2 segundos vas a 100 km/h, en poco más de 4 a 200 km/h y en alrededor de 8 a 300 km/h. ¿Te acuerdas de las tres condiciones que me dijo Arturo de Andrés? Aquí las tienes.

Hablamos de sensaciones

Sin ánimo de contradecir al eminente Arturo Andrés, en mi caso mido la deportividad más en sensaciones, que en prestaciones. Para mí es mucho más deportivo mi Mazda MX5 con sus 160 CV, menos de cuatro metros de largo, apenas 1.000 Kg y neumáticos de solo 205 de anchura que todo un Porsche Panamera Turbo, pese a que en según qué recorridos, el Panamera pueda ser más rápido… mucho más rápido. Si es una autopista, porque ya te digo que, en unos tramos de curvas, con firme de dudoso agarre o si llueve… ¡que me echen Panameras, que me los como con patatas!

Y no quiero dejar de comentar algunas cosas más. Tema SUV «deportivos», con comillas. Los SUV deportivos son como la envidia sana: No existen. Hay SUV más rápidos, estables, con más vocación deportiva, lo que quieras, pero un SUV no es un deportivo de verdad, así de sencillo.

El asunto de las puertas. No es una condición sine qua non, no es imprescindible tener una puerta en cada lado… ¿quieres que te ponga un ejemplo? ¿Te parece que los Mitsubishi Evo lo-que-sea no son deportivos? Ya lo creo que lo son, pese a ser berlinas de 4 puerta y 5 plazas. Pero para mi gusto, nada mejor que un coupé con dos puertas laterales.

La deportividad no es sólo un valor absoluto

Llegamos al final y esos seguidores perversos seguro que piensan: «A ver Máximo, ya sabemos que tienes un montón de años, has probado muchos coches y has trabajado con muy buenos periodistas, pero, eso de que el Volkswagen Golf GTi no es deportivo».

Te hago una consideración: La deportividad es como la altura, no es sólo un valor absoluto. ¿Es alto un tío de 1,85 m? ¿Sí? Pues no, en un equipo de baloncesto no es alto. En china es un gigante.

El VW Golf GTi es un coche muy deportivo… sobre todo si no lo comparas con deportivos de verdad. No, no hablo de coches más caros, sino de coches más deportivos, como un Nissan 370Z, un Toyota GT 86 o un Subaru BRZ, que son lo mismo.

Y acabo citando de nuevo a Arturo de Andrés, cuando probando precisamente un GTi decía que tenía la sensación de que ese coche iba tan bien que cualquiera podría llevarlo rápido. Si habéis visto el vídeo de la historia de 911 contaba que este coche triunfo en los EE. UU, precisamente, por ser un coche difícil de conducir, peligroso para conductores no experimentados. Esta condición de ser coches exigentes con su conductor no figuraba en las tres condiciones, pero va de suyo.

Un ejemplo es el Ferrari F40, carísimo, pero sin servodirección, sin servofreno y sin tiradores en las puertas, sustituidos por un cable de acero para ahorrar peso. Hoy día, en circuito, haría tiempos que harían sonrojar a modernos coches “deportivos” con comillas. Siempre que su conductor tenga muchas “manos” …

Conclusión

Me gusta acabar con el «retrato robot» del deportivo ideal. Si es coupé, mejor, pero si no llega a sacrificar una buena posición de conducción. Debe ser pequeño, a ser posible con una batalla de alrededor de 2,5 metros. Y si mide menos de 4,5 metros de largo, mejor. Buen bastidor, rígido y con buenas suspensiones, imprescindible.

Como hablamos más de sensaciones que de prestaciones, mejor propulsión trasera, incluso mejor que tracción total, al menos por debajo de digamos unos 300/400 CV. Cuanta más potencia mejor, siempre que sea con un motor progresivo, con bajos y un buen cambio, perfecto si es de doble embrague… ¡hasta lo F1 lo utilizan! Y buenos frenos. ¿Y el motor dónde? No voy a hablar de motor, sino de reparto de pesos. Y no, no es verdad que lo ideal es 50 por ciento en cada eje. Es mejor algo más en el tren trasero.

La pregunta del día

Son dos. La primera, ¿qué coches encajan con esta descripción? Dime cuales. Porque te doy otra pista: Mi coche tiene que ser desca potable… La segunda pregunta es, ¿cuál me debo comprar?

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