Porsche 911/930 Turbo vs 928 S: Comparativa odiosa

¡Ya está! ¡Ya me he metido en el lio! ¡En una comparativa «odiosa»! Y lo hago porque en los comentarios y en persona me lo habéis pedido muchos de vosotros. Son dos coches de la misma marca, de idéntica potencia, similar precio…. ¡y que no pueden ser más distintos! El 928 nació para «matar» al 911 y el 911 mato y remató al 928… ¿por qué? ¿Cuál es mejor?

Ya sabéis que no estoy de acuerdo con la famosa frase que dice «todas las comparaciones son odiosas»… no estoy de acuerdo porque todas no, pero esta, probablemente, sí.

911 Turbo 3.3 y 928 S

Nos centramos en la versión «S» del 928 aparecida en 1983 y en la segunda versión del 911-930 Turbo 3.3 de 1977. Hay 6 años entre ellos, pero por coincidir en el mercado, prácticamente en su precio y en su potencia, me han parecido los más adecuados para esta comparativa. Aunque muchas de las conclusiones son extensivas al 928 básico de 1978 con 240 CV y al primer 911 Turbo aparecido en 1974 con 3 litros y 260 CV.

El 911 de esta comparativa por supuesto es un bóxer refrigerado por aire de 3.299 cm3 con unos cilindros de 97,0 mm de diámetro por 74,4 mm de carrera. Frente a él, el motor de 928 es un
8 cilindros en V de 4.608 cm3 con cilindros de idéntico diámetro, 97,0 mm, pero mayor carrera, 78,9 mm.

Una menor carrera se supone que permite regímenes más altos, pero curiosamente no es así en este caso, pues el 928 consigue sus 300 CV a 5.900 rpm y el 911 Turbo a 5.500 rpm, un régimen muy bajo en un deportivo incluso en esos años. Pero eso se debe a la magia del turbo. En esos años no se daba la presión de soplado del turbo, pero debía andar por el orden de 0,5/0.6 bares de sobre presión.

El par era muy parecido en valor y régimen, 385 Nm a 4.500 rpm para el 928 y 412 Nm a
4.000 rpm. Pero son cifras engañosas, pues el 928 respondía de forma inmediata al acelerador y en el 911 nos encontrábamos con la respuesta del turbo, el famoso “turbo lag” que, en carreteras de curvas, era un verdadero incordio.

Relación entre cilindrada y potencia

Es interesante el dato de la relación entre cilindrada y potencia, de 64,3 CV por litro de cilindrada mientras el 911 llegaba a 90,9 CV por litro… casi un 50 por ciento más. Y dato curioso: El 911 contaba con solo 4 marchas, lo que hoy nos parece ridículo, mientras el 928 llevaba 5, pero lejos de las al menos 6 de los deportivos actuales.

Si las diferencias en el motor te han parecido espectaculares, en el bastidor te diría que son aún mayores. El 911 seguía… ¡y sigue! con el motor ahí detrás, colgado por detrás del eje posterior. Por supuesto el 928 llevaba el motor delantero, pero con la tecnología «transaxle» de la que hicimos un vídeo titulado «Transaxle, ¿mejor que el motor central?» donde contamos con detalle cómo es y sus ventajas… El 928 lleva el motor delante, a continuación, el embrague, un eje de transmisión y el grupo cambio y diferencial detrás, para equilibrar peso. Pero esto es importante, pero a nivel de suspensiones el Porche 928 estaba “en otra galaxia”.

El Porsche 911 tiene una estética mejor que la del 928

El 911 era, es y será muy bonito. Honestamente el 928, mucho más moderno en su momento, ha llevado peor el paso del tiempo. Pero en cuanto al interior… ¡es que no hay color! El 928 era un verdadero 2+2 con un maletero de capacidad más que aceptable. En frente el 911 parecía un coche de otra época… porque realmente era de otra época, con esos pedales articulados abajo igual que en los Escarabajo… y una ergonomía también del pasado. Fijaos que en el 928 no solo se podía regular la altura del volante, es que la instrumentación subía y bajaba en conjunto, de forma que fuese cual fuese el reglaje, la visibilidad de la instrumentación era perfecta.

El 928 era más grande y mucho más equipado. El 928 media casi 4,5 metros, unos 20 cm más que el 911, era bastante más ancho y, curiosamente, más bajo. Pero, insisto, mucho mejor equipado. Y eso la pagaba en peso: 1.450 kg contra 1.300 kg del 911, con los criterios de hoy, un peso pluma. Puede parecer poco, pero al final es un 10 por ciento… no es tan poco. Eso se notaba en las aceleraciones, por ejemplo, en el 0 a 100 km/h el 928 paraba el crono en 6,5 segundos y el 911 en 5,4 s, bastante diferencia.

El 928 superaba en todo al 911

Tuve la fortuna de probar muy a fondo estos dos coches, por separado, pero curiosamente, también juntos, junto con un compañero y «saltando» de un coche a otro. Sinceramente, era imposible decir que el 911 pudiese plantar cara el 928. Te recomendamos este vídeo sobre la longevidad del 911.

¿En que superaba el 928 al 911? Prácticamente en todo: Más cómodo, amplio, silencioso, sencillo de llevar, más seguro y en manos de un conductor medio, más rápido en todo tipo de trazados.

Hagamos lo contrario: ¿En qué superaba el 911 al 928? Para mí, solo en tres cosas. Una irrelevante: Gastaba algo menos… en coches de este precio, como digo, irrelevante.

En muy buenas manos

Otra: No en buenas manos, en MUY BUENAS MANOS, con mayúsculas, un 911 era más rápido en zonas viradas. Perdonar que insista: EN MUY BUENAS MANOS… las mías cuando lo probé, no eran suficientemente buenas y desde luego incluso por tramos virados iba más rápido con el 928… y me sentía mucho más seguro

Recuerdo la primera curva cerrada que «ataque» con el 911… ¡que miedo! Primero el coche no giraba, no entraba en la curva… aceleré para que el tren trasero deslizase, acelere a fondo… y durante unos instantes eternos, no paso nada… y de pronto… ¡zas!… ¡300 CV al galope! Y contravolante salvaje para salvar los muebles…

La tercera cosa en la que el 911 superaba y supera al 928 es en algo que puede ser bueno o malo… depende: Carácter. Desde luego con el 911, si ibas rápido, sentías que lo que tu hacías no lo podía hacer cualquiera… era un coche para buenos conductores.

Un GT o un deportivo

Hay dos conclusiones: Primera, la del periodista prudente y correcto que te diría que el 928 era más un GT que un deportivo y que el 911 era más un deportivo que un GT. No deja de ser cierto, pero eso no explica como un coche muy moderno nacido para acabar con el 911 muere en manos del “primitivo” con comillas… ¡o sin ellas! 911.

Para explicar eso hace falta un periodismo menos vehemente, más incisivo. Sin duda el 928 era, objetivamente, mejor que el 911 pero… ¿un Porsche se compra con criterios objetivos? A lo mejor ahora sí, pero en los “locos” años 80 quien se compraba un Porsche quería un coche con carácter y que le diese imagen de persona rica, pero también de persona hábil y dinámica: No todo el mundo es capaz de conducir mediamente bien un 911. Uno de ahora, cargado de electrónica hasta la bandera, puede que sí.

Pero el 911 con sus suspensiones de barras, turbo lag y el motor ahí detrás y no lo olvidemos… ¡a pelo! ¡sin nada de electrónica! Era solo apto para expertos. Y esa pega, en mi opinión, le ha convertido en un mito… por mucho que «objetivamente» el 928 fuese mejor.

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