A finales de 1997 se presentó el Mercedes Clase A. Un Mercedes revolucionario por su tamaño, su distribución mecánica y su tracción delantera. Era un coche clave para la marca, que quería crecer hacia arriba con Maybach y hacia abajo con este Clase A. Pero el 21 de octubre de 1997 “un alce se cruzó en el camino”… Mercedes tembló. Y a mí me afectó… y mucho. Pero este asunto tuvo consecuencias muy beneficiosas…
A Mercedes en esas fechas las cosas les iban bien… pero les podrían ir mejor. Por un lado, su fama de coches premium de gran calidad era magnifica, pero tras la desaparición en 1993 del 190 gama arrancaba muy arriba, con el Clase C como oferta más asequible… Esto les privaba de competir en el sector de mercado de mayor venta en Europa y además colaboraba al envejecimiento de sus clientes, de alto poder adquisitivo, muy conservadores…. pero que envejecían año a año.
Y por otro lado la marca rival de toda la vida de Mercedes, que no es otra que BMW, se había comprado la prestigiosa marca Rolls Royce, para competir con la parte más alta de la gama Mercedes.
Mercedes quería crecer por arriba y por abajo
Y, como hemos dicho, Mercedes quería crecer por arriba y por abajo. Por arriba, lanzaron la desaparecida, pero muy prestigiosa marca Maybach para hacer berlinas de muy alto nivel capaces de competir con Rolls Royce. Pero necesitaban un coche de acceso y llevaban años trabajando en su Clase más asequible, el futuro A.
Este modelo era toda una revolución para Mercedes y no solo por ser un tracción delantera, sino porque era muy pequeño para ser un Mercedes, solo 3.575 m de largo, bastante alto, casi 1,60 metros y con línea de monovolumen. El objetivo de conseguir una buena habitabilidad era posible gracias a su motor transversal delantero muy inclinado, lo que hacía que el capó fuese especialmente corto. Sería un coche innovador para cualquier marca, pero para Mercedes era toda una revolución. Mercedes no invirtió mucho dinero en el desarrollo del Clase A… ¡invirtió muchísimo! Se suponía que el pequeño Mercedes debía ofrecer todas las virtudes de los Mercedes grandes, pero en formato más pequeño y a precio más accesible. Virtudes como la calidad, el confort y la seguridad… pero…
Prueba del Alce, maniobra de esquiva
Ya sabéis que en Europa los países nórdicos siempre han sido muy mirados para los temas de seguridad. Y también sabéis que en la península escandinava abundan los alces, un bicho muy grande, de hasta 1,90 metros de alto en la cruz, la parte delantera del lomo y pesar más de 500 kg. Por eso hacen la llamada “Prueba del alce”. En realidad, se trata de una simple… o no tan simple, maniobra de esquiva. Simula un cambio de carril brusco y luego vuelta al mismo carril para evitar un obstáculo, que puede ser un alce, un coche que sale de una calle perpendicular, un niño o lo que te parezca.
Porque ahora nos vamos al Salón de Tokio de 1997, a la presentación del nuevo Maybach, de la mano de Jürgen Hubbert que en esas fechas era el responsable máximo de la División de automóviles de pasajeros y miembro del Consejo de Administración de Mercedes-Benz… en lenguaje coloquial, uno de los jefazos. El 21 de octubre de 1997, durante dicha presentación, el Sr. Hubbert recibió una llamada urgente… se puso al teléfono y de repente le cambio la cara… todos los ejecutivos de la marca que le rodeaban supieron que algo grave pasaba y uno de ellos se atrevió a preguntar: “¿Qué pasa Jürgen?” La respuesta les sorprendió a todos: “¿Sabéis qué demonios es la prueba del alce?”
Lo que sucedió es que con el periodista Robert Collin al volante, de la revista técnica y del motor sueca Teknikens Värld, el novísimo, flamante y sofisticado Mercedes Clase A había volcado cuando se hacía la prueba del alce. Te recomendamos este vídeo sobre coches que casi arruinan a las marcas.
Lo malo, lo peor, lo pésimo…
- Lo malo: El Clase A había volcado y no había superado la prueba del alce.
- Lo peor: Cuando volcó el coche, iban dentro 5 periodistas… no se produjeron lesiones serias, pero iba a ser imposible ocultarlo.
- Y lo pésimo: Ese mismo día un modesto Trabant fabricado en la desaparecida Alemania del Este, había pasado sin problemas la misma prueba… toda una humillación.
Los cimientos de Mercedes temblaron…
Toda la comitiva de Mercedes volvió apresuradamente a Stuttgart para organizar un “Gabinete de Crisis” por el que desfilaron directivos, ingenieros, técnicos, proveedores como Bosch, de donde vino la parte más importante de la solución e incluso pilotos de Fórmula 1. Las conclusiones de este gabinete de crisis se presentaron al presidente de la compañía, Jürgen Schrempp que oyó todo con atención, pues él tampoco tenía ni idea de que era aquello de la prueba del alce. Tras la exposición detallada del Sr. Hubbert el presidente se tomó un tiempo y solo dijo una palabra, eso sí, de forma muy asertiva: ¡Arregladlo! Y les mostró la puerta. ¿Y qué pasó?
Solución drástica, sin reparar en gastos
Mercedes-Benz es mucha Mercedes-Benz y una metedura de pata de este calibre requería una solución drástica, sin reparar en gastos. Como primera medida, se retiraron las primeras 17.000 unidades ya vendidas, para modificarlas. Y se hicieron muchas mejoras:
- Reducción de la altura del coche con nuevos muelles más cortos y más duros.
- Instalación de amortiguadores de mejor calidad.
- Nuevos neumáticos de perfil bajo.
- Llantas de mayor diámetro.
- Y la clave de todo: Instalación de un sistema ESP, control electrónico de estabilidad, idéntico al de los modelos más altos de la gama.
Las revistas recibimos presión de Mercedes
Toda esta crisis me pilló de lleno como responsable de las revistas de coches de la que era, entonces, la editorial más importante de España del sector. Creo que es la única vez en mi vida que recibí presiones de una marca para dar una información… Más bien para no darla. A las pocas horas de conocer el famoso vuelco, se presentó en la redacción nada más y nada menos que el presidente y consejero delegado de Mercedes-Benz España, el Sr. Carlos Espinosa de los Monteros, una persona de mucho, muchísimo nivel y a quien admiro mucho… pero que me presionó lo indecible.
Poniendo todos de nuestra parte finalmente llegamos a un acuerdo. Contaríamos lo que había pasado, pero diciendo que el coche accidentado no era el que se iba a vender y daríamos nuestra opinión de cómo iba el coche definitivo cuando lo probásemos. Así que muy poco después me desplace a Alemania a probar el Mercedes Clase A con todas las modificaciones citadas. Además de la prueba en carretera e incluso circuito, pude hacer tantas maniobras de esquiva como se me antojaron, incluida la famosa prueba del alce… y os aseguro que el coche respondió a la perfección.
Un modelo que había nacido no del todo bien hecho, gracias a la prensa… perdonar que me ponga esta medalla como periodista… se convirtió en un referente en cuanto a seguridad activa.
Y lo más importante: Supuso un punto de inflexión en el sentido de que todos los coches, incluso los más modestos, deberían llevar sistemas electrónicos de ayuda, que se mostraron y se siguen mostrando como uno de esos inventos que salvan vidas… muchas vidas… y esto fue así gracias al Mercedes Clase A.