Cambios automáticos que cambian a su aire, controles de tracción, controles de estabilidad, ABS, detectores de cambio de carril que te giran el volante, radares que frenan cuando te acercas demasiado, luces automáticas, limpiaparabrisas que se conectan cuando quieren, controles de crucero que aceleran o deceleran por ti… ¡A la porra! ¡Quiero conducir yo!
Al final de este vídeo, en el coche del día, hago un alegato anti-SUV.
Sabemos que las ayudas electrónicas salvan vidas
Pero antes de entrar en materia que nadie se equivoque y que no quede ni una sombra de duda: Desde Garaje Hermético todos apostamos por las ayudas a la conducción, que salvan vidas, muchas vidas. No se te ocurra desconectarlas y mucho menos eliminarlas, salvo en condiciones muy particulares.
Otra cosa es reflexionar su incidencia en la conducción, en el nivel de los conductores o en el disfrute de la conducción. Es un divertimento pero cuando salgas a las calles y carreteras, cuando vas a trabajar o de viaje con tu familia, las ayudas a la conducción son un seguro de vida.
Pero eso no quita, por ejemplo, que esté harto de que cuando cae alguna gota en el parabrisas, se active automáticamente el limpia y me esparza toda la porquería dejándome ciego… o que bajo la lluvia se ponga a batir a toda velocidad cuando yo lo llevaría más lento… ¡Coño! ¡Déjame que haga lo que quiero!
¿Coche inteligente o coche “listillo”?
Y comienzo con una anécdota o mejor, como decía mi madre, un sucedido. Escribí la prueba del Mercedes 320 SL de la cuarta generación, un 24 válvulas de 231 CV si no recuerdo mal. Era el primer coche con control de tracción que probaba y escribí un recuadro titulado como este apartado “¿Coche inteligente o coche “listillo”? Es cierto que ni el ABS ni el control de tracción estaban muy refinados, eran muy intrusivos y parecía que el coche te “regañaba”.
Cualquier tiempo pasado…
… no fue mejor… pero quizás sí más divertido. Volvamos a mi BMW 2002 Tii, propulsión trasera que, por no tener ayudas, no tenía ni servodirección. Cuando se lo compré a uno de los mejores periodistas del motor que he conocido, alguien del que aprendí y sigo aprendiendo mucho, Arturo de Andrés me dijo: “En este coche vas a disfrutar de la conducción de verdad, sin artificios”. Me fui al Jarama y disfrute como un niño…
Creo que hay que buscar el equilibrio. No todo el mundo puede tener un clásico para rodar en circuito o simplemente rodar por carreteras de montaña. Pero en tu coche de cada día, en circuito o en circunstancias muy concretas, como un curso de conducción, puedes probar a quitar esas ayudas…
Perder facultades
Precisamente en un curso de conducción, para demostrar las ventajas del ABS y del control de tracción, hacíamos el mismo ejercicio con y sin ayudas: Eslalon asimétrico y frenada con esquiva… el resultado era alucinante, nadie lo hacía sin ayudas.
Lo que nos perdemos
Apurar una frenada al borde del bloqueo, «redondear» una curva a base de gas, sentir como el eje trasero desliza en una curva rápida mientras mantenemos el gas y hacemos contra volante… estás cosas no se pueden hacer más que en circuito… y sin ayudas electrónicas.
Pero sin llegar tan lejos sí hay coches que te dejan sentir, que filtran menos, que no tienen direcciones de asistencia eléctrica que, para mi gusto, «envenenan» un poco el tacto del volante, ni frenos exageradamente asistidos, si suspensiones excesivamente suaves o sistemas de ayuda electrónica muy intrusivos… siguen existiendo coches seguros que son divertidos de conducir.
Y, desde luego, cada vez tiene más sentido tener un coche clásico. Sé lo que me vais a decir, pero no es del todo cierto. “¡Es muy caro!” O no. Porque para disfrutar de una conducción sin filtros no necesitamos un deportivo de muchos caballos, te aseguro que con coches tan modestos como el Seat Panda o un Citroën 2 CV vas a disfrutar mucho y vas a tener sensaciones que tenías olvidadas… Hay clásicos muy accesibles.
Conclusión: Clásicos y circuitos
En los países con más afición, mas tradición y más cultura automovilística, ya sucede desde hace años. Los aficionados van a rodar a los circuitos, no a pulverizar tiempos, sino a disfrutar. Y cada vez hay más afición por los clásicos.
Porque en España hay circuitos que son verdaderas y magnificas pistas de carreras, como Motorland, Montmeló, Cheste o Jerez, pero otros que se parecen más a una buena carretera sin trampas, como Calafat, que me encanta, Albacete, Cartagena o Monte Blanco y otros a medio camino, como el propio Jarama.
Y ahí, en un circuito, sin necesidad de tomar riesgos, es donde puedes disfrutar de la conducción auténtica, sin filtros.
Coche del día
En este coche del día, como os he adelantado, voy a hacer un alegato anti-SUV. ¿Por qué? Porque he tenido oportunidad de probar y hacer muchos kilómetros, más de 3.000 y por todo tipo de carretera, con un Volkswagen Arteon Shooting Break, la versión Break del Arteon, en cierto modo una especie de cruce entre un deportivo y un coche familiar. He probado la versión gasolina de 190 CV, nada de híbrido, y me ha encantado.
Mi alegato anti SUV es sencillo: Salvo que necesites un coche con una altura al suelo más alta de lo normal por algún motivo o tengas dificultades, por lo que sea, de sentarte en un coche normal, este Arteon es mejor en todo que un SUV equivalente: En consumo, comportamiento, agilidad, capacidad, confort, practicidad y para mi gusto, en estética.
En este vídeo Máximo te explica por qué no le gustan los SUV.
A algunos 190 CV para un coche de tonelada y media y casi 5 metros les puede parece hasta pocos. Pero dan mucho de sí por varios motivos: Su tremendo empuje a bajas vueltas y el cambio DSG. Vamos por partes. El motor es un dos litros con inyección, turbo, intercooler y 16 válvulas que ofrece 190 CV entre 4.200 y 6.000 rpm… las ventajas de un Diésel de potencia abajas vueltas, pero sin las desventajas. Y el cambio es DSG de doble embrague. Tiene diversos programas y se puede utilizar con la palancas o con levas.
En la práctica es como tener dos coches, porque incluso en automático, salvo que lo pongas en modo Sport, aguanta la séptima marcha a velocidades muy bajas. Resultado, que gracias a un generoso depósito de 66 litros y a un consumo que a medias legales ronda los 7 litros la autonomía es altísima… desde luego nada que ver con un eléctrico.
Pero lo que más me ha gustado es la sensación de agilidad casi de coche deportivo, a pesar del tamaño. El equipamiento es muy completo y si alguna me pregunta “¿Es que no tiene defectos?” pues le diría que para mi, el tacto de la dirección es mejorable… no me entusiasman las direcciones de asistencia eléctrica, aunque esta es bastante buena.
Y en cuanto al precio, está por debajo de la mayoría de sus rivales… la verdad es de esos coches que me ha dado mucha pena tener que devolver…