La lícita aspiración a la velocidad… en un mundo perfecto

La velocidad es una lícita aspiración de todo automovilista. ¡Vamos a diseñar un mundo perfecto! Con unas normas razonables, unos límites lógicos, unos coches seductores y asequibles, con una policía que sean más pastores que cazadores y una formación a los conductores más sensata. Un mundo en el que haya menos accidentes, pero podamos aspirar a llegar antes y a disfrutar de nuestro coche… porque, nos toman por tontos…

Éste es un vídeo muy crítico pero en el que, como es costumbre en este canal, aportamos ideas. Y es que ¡basta ya de mentiras! ¡Basta ya de que nos tomen por tontos! Al final hago unas cuentas para «desmontar» eso de que la velocidad es cara… depende. Antes de proponer ideas para llegar a ese mundo perfecto, en el que perseguimos reducir los accidentes sin perseguir a los conductores, analicemos la situación actual.

Objetivo: ¿Cero accidentes?

¡Que no nos tomen por tontos! ¡Objetivo cero accidentes! Cada vez que oigo esta frase en boca de algún responsable de tráfico, me enfado mucho. ¿Por qué? Porque no se puede confundir sueños con objetivos: El riesgo cero no existe.

Es un deber de todos responsables del tráfico tratar de reducir los accidentes, sin olvidar que toda actividad humana conlleva riesgo y decir que tu objetivo es «cero» es un «brindis al Sol». Hay que marcar objetivos ambiciosos, pero realistas.

Estrategia estúpida. Nos toman por tontos… cuando lo tontos son ellos. Os lo voy a demostrar con dos ejemplos.

El primero. En la seguridad vial hay tres factores implicados: Vías, coche y conductor. Las vías pese a todo, al menos en España, en los últimos 50 años han mejorado exponencialmente; ¿Y los coches? ¡Todavía más! En todo, seguridad pasiva y activa. Pero… ¿y los conductores? Los exámenes de conducir son ridículos, enseñamos a nuestros jóvenes a aprobar no a conducir, no existe la formación continua… un desastre.

El conductor es el culpable del 90 por ciento de los accidentes… ¿No resulta absurdo hacer tantos esfuerzos sobre el 10 por ciento del problema y tan pocos sobre el 90 por ciento?

Segundo ejemplo. ¿Cuál es la mayor causa de accidentes graves de tráfico? De lejos, la distracción, según todos los estudios y según la propia DGT en el caso de España. Las nuevas autopistas, los absurdos límites de velocidad, los coches más silenciosos de la historia, cómodos y con lo que los fabricantes llaman, «info-entretenimiento«, consiguen que ahora sea más fácil distraerse y perder la atención a la carretera.

Soluciones técnicas, no políticas

Siempre digo lo mismo ¿quién puede dar mejores consejos de tráfico? Una cosa es hablar de las consecuencias de los accidentes y otra de como evitarlos. Para buscar soluciones respecto a la seguridad vial hay que contar con expertos y técnicos en la materia y técnicos. Las decisiones tienen que ser técnicas no políticas ni tomadas con el corazón…

Es lícito correr

Es licito querer correr. ¡Ya está bien! Un Tren puede presumir de ir rápido…y no pasa nada. Veo anuncios de ferrys presumiendo de lo rápidos que son… no pasa nada. Hay publicidades de líneas aéreas comentado lo poco que tardan en conectar dos destinos… y no pasa nada.

Pero un Guardia Civil te para, por lo que sea, y lo primero que te pregunta es si tienes prisa… ¡qué pasa si tengo prisa! Si no hago nada mal, respeto las normas, soy prudente, paro si estoy cansado… ¿no es lícito tener prisa? Yo creo que sí.

Pero si lo que pretendes es tener conductores más asustados que formados, prefieres una policía de carretera que sean más cazadores que «pastores» que cuidan de ti. Una policía de carretera que van a cazarte, escondidos y agazapados en rectas cuesta debajo de día y con perfecta visibilidad, en vez de visibles y antes de una curva peligrosa, y que en algunos casos tienen sobre sueldos si sancionan mucho… ¡una vergüenza!

Formación: La clave

Es más importante la formación y la información que la persecución. Es más eficiente enseñar a conducir bien, que tener conductores asustados, con miedo a los accidentes y a las autoridades…

Para comenzar: Hay que enseñar a nuestros jóvenes a conducir, no aprobar. Los exámenes deberían incluir maniobras de esquiva, frenada de emergencia, conducción en suelo deslizante y otras habilidades similares.

Y la clave, la formación continua. A los conductores expertos también hay que ponerlos al día, con cursos bonificados o que incluso te permitan obtener descuentos al contratar el seguro de tu coche… como pasa en otros países.

Ecología mal entendida. He oído decir a muchas personas que aumentar el límite de velocidad es un error porque se gasta más combustible… son los mismos que en vez de en coche viajan en avión o tren, «porque es más rápido»… ¿Y crees que ir rápido en avión o tren no cuesta? En el vídeo os lo cuento.

Propuestas

Un mundo perfecto. Os decía que aparte de criticar, iba a hacer propuestas. Aquí van:

  • Formación a los nuevos conductores. Hay que enseñarles “de verdad” a conducir y los exámenes tiene que poner a prueba esos conocimientos.
  • Formación continua. Promover cursos para conductores expertos con ventajas fiscales y a la hora de contratar seguros, alquilar coches, etc.…
  • Límites de velocidad creíbles. Subir los límites especialmente en las autopistas más seguras, las de peaje. Esto redunda en seguridad y en consumo, pues donde más se gasta en en los atascos y aglomeraciones y una medida así incentivaría su uso.
  • Autoridades «amigas». Tratar de que el usuario viera a las autoridades del tráfico como alguien que está de su parte, no solo trabajando en las formas, por lo general buenas o muy buenas, sino en su actitud: ¡basta ya de radares escondidos en lugares sin peligro! Menos vigilar la velocidad y más la distracción y el alcohol.
  • ¿Info-entretenimiento? No gracias. Limitar por ley las aplicaciones que puedes tener en tu coche, sobre todo si está en marcha. Promover los sistemas que impiden que se hable por teléfono, en el caso de los profesionales, salvo casos de emergencia.
  • Legislar con cabeza. No tengo tiempo de entrar a fondo en este tema, que será objeto de otro video, pero la agenda 2030 es una amenaza para el automóvil y los automovilistas. Me declaro ecologista convencido, pero es licito pretender disfrutar de la conducción e igual de licito que el esfuerzo por reducir emisiones se reparta equitativamente, no ser «drástico» con el transporte privado y tener manga ancha con el transporte marítimo y aéreo.

Conclusión

Seguro que tenéis más ideas. Pero os aseguro que solo con estas, todo mejoraría mucho. ¡No nos conformemos! Creo que, como ciudadanos y como automovilistas no hay que dar nada por perdido.

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