En los coches de carburadores era normal que se ahogasen si no usábamos bien el «estárter», pero ¿puede suceder lo mismo con los coches de inyección?
Pregunta
Tengo el recuerdo de mi padre diciéndome que el coche estaba ahogado, refiriéndose a un motor con carburador al que le había entrado más gasolina de la necesaria, y por lo tanto el olor de ésta llegaba al habitáculo.
En un coche de inyección indirecta (Peugeot 306 1.6 8V), ¿eso es posible? Si no lo es, ¿a qué se puede deber el olor a gasolina?
Respuesta
El olor a gasolina desde el habitáculo significa que se vaporiza en exceso en el sistema de alimentación, o bien porque hay una fuga en las canalizaciones (mucho más peligroso por el riesgo de incendio). Además, al precio que está la gasolina… ¡mejor no tirarla! Aquí tienes algunos consejos sobre conducción eficiente.
En los coches de carburación había que arrancar en frío con ayuda del «starter», que era un estrangulador del aire de mezcla, enriqueciéndola de gasolina. Poco a poco había que ir abriéndolo para evitar que se ahogara el motor.
En otras ocasiones, el «ahogamiento» se producía por acelerar mucho o muchas veces seguidas en el momento de arrancar, sobre todo si el motor se negaba a ponerse en marcha. Entonces los carburadores se anegaban de gasolina y, hasta que no bajaba el nivel, no arrancaba más.
En un motor de inyección es más difícil que ocurra, pero si se insiste con el acelerador en el arranque, también puede producirse el mismo problema (dependiendo de la gestión electrónica y su programación, naturalmente).
En verano y con mucho calor, se produce el fenómeno llamado «vapor-lock», en el que la gasolina se evapora por causa de la temperatura exterior. Cuando se intenta arrancarlo, no hay gasolina en los inyectores y tiene que llegar desde el depósito, por lo que el motor tarda en ponerse en marcha y huele a gasolina.
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