Coches coreanos: Los grandes “tapados”

Hay un “gigante silencioso” del que pocos parecen acordarse. Mientras el debate del motor se centra en la nueva ofensiva china, en el diseño europeo o en la fiabilidad japonesa, hay un actor que, sin hacer mucho ruido, se está comiendo el mercado. ¡Los coreanos! ¿Cómo lo han hecho?

Por supuesto, cuando hablamos de Corea, sin más, nos referimos a Corea del Sur que en su propio país en 2023 fabricación 4,25 millones de coches mientras Corea del Norte… a ver, no hay cifras fiables, pero las estimaciones dicen que no llegan a las 1.000 unidades… Corea del Sur fabrica 4.000 veces más coches que Corea del Norte. Ahí lo dejo.

Tras esta aclaración y como aperitivo vamos con más datos. En 2023, el grupo formado por Hyundai y Kia vendió la friolera de 7,3 millones de vehículos en todo el mundo. Y no están contentos, pues su objetivo era superar los 7 millones y medio porque las marcas coreanas fabrican en otros muchos países, entre ellos, por ejemplo, China, EE.UU. de Norteamérica, India y al menos 5 países más.

En Europa, su avance es más notable. En 2023, la cuota de mercado combinada de ambas marcas superó el 7 por ciento. Y en un mercado tan competitivo como el español, Kia fue la segunda marca más vendida y Hyundai la cuarta, sumando entre ambas un 13,18 por ciento del total.

Por delante de muchas marcas históricas

Esto los sitúa por delante de muchas marcas históricas y muy por encima del 3 por ciento que ostentan, de momento, las marcas chinas. Mientras todos mirábamos a China, los coreanos, ya estaban aquí.

La historia del motor en Corea del Sur es relativamente reciente y es una epopeya de superación industrial. Tras la devastadora Guerra de Corea, el país necesitaba reconstruirse y el gobierno apostó fuerte por la industrialización. En la década de los 60, los fabricantes coreanos empezaron ensamblando coches de marcas europeas y americanas, aprendiendo el oficio desde cero.

Kia y Hyundai

Kia, fundada en 1944, empezó fabricando bicicletas y luego pequeñas camionetas. Hyundai, por su parte, nació como una constructora en 1947, y no fue hasta 1967 que fundó su división de motor. Su primer coche propio, el Hyundai Pony de 1975, es el perfecto ejemplo de sus inicios: diseño italiano de Giugiaro, motor y transmisión de Mitsubishi… un puzle de piezas extranjeras. Era un coche honesto, pero básico y de calidad digamos que justa.

Durante los 80 y 90, los coches coreanos llegaron a Europa y Estados Unidos con una única carta de presentación: el precio. Eran baratos, sí, pero también poco fiables, con diseños anodinos y una calidad de materiales que dejaba mucho que desear. Se ganaron una reputación de “coche para salir del paso” que les ha costado décadas sacudirse.

¿Qué hicieron para pasar de ser el patito feo a uno de los cisnes del sector? No hay una sola razón, sino una estrategia múltiple ejecutada con una disciplina férrea.

Obsesión por la calidad y la fiabilidad

Aprendieron de la mejor escuela, la japonesa. Muchos los consideran los “Nuevos japoneses”. Invirtieron miles de millones en mejorar sus procesos de producción, en control de calidad y en desarrollar su propia tecnología.

Dejaron de depender de terceros, como Mitsubishi, y en 1990, Hyundai ya fabricaba sus propios motores. Esta apuesta por la fiabilidad se materializó en una jugada maestra de marketing: la garantía. La famosa garantía de 7 años o 150.000 km de Kia o los 5 años sin límite de kilometraje de Hyundai fueron un golpe sobre la mesa que gritaba: “Confiamos tanto en nuestro producto que te lo garantizamos por más tiempo que nadie”.

El diseño como bandera

A principios del siglo XXI, entendieron que, para competir en Europa, no bastaba con ser fiable; había que ser atractivo. En 2006, Kia fichó a Peter Schreyer, un reputado diseñador proveniente de Audi y responsable, entre otros, del Audi TT original. Schreyer revolucionó la imagen de la marca, introduciendo la parrilla “Tiger Nose” y dotando a los modelos de una identidad más audaz y europea.

Hyundai siguió un camino similar, atrayendo a talentos como Luc Donckerwolke (ex de Lamborghini y Bentley), creando un lenguaje de diseño como el que vemos en modelos como el Tucson o el Ioniq 5.

Tecnología para todos

Los fabricantes coreanos democratizaron el equipamiento. Elementos que hace una década estaban reservados a las marcas premium como pantallas táctiles, asistentes a la conducción, conectividad avanzada, empezaron a venir de serie o en acabados intermedios en modelos generalistas. Un camino que han seguido los chinos. Un argumento de venta potentísimo. más por menos dinero.

Una gama para cada necesidad

Han sabido leer el mercado a la perfección. Su gama abarca desde utilitarios asequibles como el Hyundai i10 hasta grandes SUV como el Kia Sorento, pasando por compactos superventas como el Ceed o el i30. Y, sobre todo, han apostado por los SUV en el momento justo y con los productos adecuados.

Integración vertical

Este conglomerado es líder en la producción de acero, componentes y baterías. No nos olvidemos que el grupo cuenta con divisiones como Hyundai Steel, líder en el acero, Hyundai Mobis fabricante de los componentes de sus coches entre otras cosas y alianzas estratégicas y “joint ventures” con los gigantes coreanos de las baterías, como SK On y LG Energy Solution.

Electrificación, Ahora o Nunca

Aquí es donde han dado el verdadero golpe de autoridad. Mientras muchos fabricantes europeos y japoneses parecían dudar o moverse con lentitud, Hyundai y Kia se lanzaron de cabeza a la electrificación, con tecnología de 800V que permite cargas rápidas. Aunque, el tiempo lo dirá, esta apuesta por la electrificación, puede volverse en su contra.

La hoja de ruta del Grupo Hyundai es ambiciosa. Planean vender casi 1,9 millones de vehículos eléctricos puros al año para 2030, lanzando 17 nuevos modelos eléctricos en los próximos años. La inversión es gigantesca: más de 19 billones de wones, unos 14.000 millones de euros, destinados solo a electrificación. Y de 52.000 millones de euros para el total. Da miedo.

Pero la clave de su futuro no está solo en el hardware, sino en el software. Quieren convertirse en una empresa de “soluciones de movilidad”. Esto implica un enorme desarrollo en conectividad, conducción autónoma y servicios asociados al coche.

En definitiva, el éxito de los coches coreanos no es casualidad. Es el resultado de una estrategia a largo plazo basada en mejorar el producto. Han sabido escuchar al mercado, ofrecer lo que el cliente demanda y, sobre todo, han demostrado una capacidad de mejora y adaptación asombrosa.

Son los “tapados” porque su ascenso ha sido menos mediático, pero hoy por hoy son una fuerza imparable.

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