Rotondas. ¡Jo***, que no es tan difícil!

Todos los días, todos sin excepción, que circule en coche o en moto paso por unas cuantas rotondas. Y todos los días sin excepción, todos, en algún momento, veo o sufro una situación de riesgo… y de vez en cuando un accidente… ¡Jo***, que no es tan difícil!

Más o menos todos los conductores tienen claro como hay que cambiar de carril en una recta… y en una rotonda es… ¡exactamente lo mismo! Esas trazadas cortando varios carriles son dignas de un GP y generan situaciones de peligro. ¿Los motivos? Los motivos son dos: La ignorancia y la pereza. La ignorancia de cómo se circula por una rotonda y la pereza por girar los menos posible el volante, vamos, como decía mi profesora de latín, “la ley del mínimo esfuerzo”.

Pero antes de hablar de conducción, vamos a hablar de la rotondas en sí, porque se hacen rotondas de diámetros ridículos que poco aportan en cuanto a seguridad frente a un cruce convencional. Y encima, el alcalde de turno, pone en medio una máquina de tren, una apisonadora, un barco o una supuesta obra de arte… ¡Cuando no debería haber nada ahí, para mejorar la visibilidad! Al menos en España, rara es la rotonda a la que no le han colocado un supuesto “adorno” en medio…

Tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos en ciertos cruces se utilizaba in sistema que en España nunca se ha usado… con buen criterio. En los cruces de carreteras de similar nivel había cuatro señales de Stop y un cartel que decía “4 Way Stop”, de manera que había que parar, pero el que primero llegaba era el que primero pasaba.

Como decía una rotonda para ser eficaz debe ser grande, cuanto más mejor, para crear un flujo de tráfico giratorio. Y a este flujo se incorporan los coches que llegan de diferentes vías. ¿Y qué ventajas tiene? Pues tres, que son clave para ser más seguras:

  1. Los coches solo te pueden venir por un lado, por el izquierdo en todo el mundo razonable, por el derecho en el Reino Unido y otros países en los que se circula por el lado equivocado…
  2. Segunda ventaja, se ahorran semáforos, que son caros, requieren gestión y mantenimiento y son fabricantes de atascos, por muy que los hagas. Un rotonda bien hecha, se “autorregula”.
  3. Tercera ventaja, y sin duda la mayor porque es la que afecta a la seguridad, si la rotonda es suficientemente grande, no hay choques violentos laterales, sino alcances, como si te incorporas a una autopista y viene alguien…

En una rotonda es exactamente igual que en una recta: Entramos por un carril y nos mantenemos en esa carril. Si lo abandonamos, tenemos que señalizarlo y esperar la oportunidad. Muchos conductores, sobre todo si van a seguir rectos, “cortan” por todos los carriles. Y un consejo MUY IMPORTANTE: Si no lo tenéis claro para tomar una salida, ¡DAD UNA VUELTA MÁS, NO PASA NADA!

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